El famoso baile llamado perreo (baile erótico), comentado en los medios de información social, que una pareja de estudiantes adolescentes de ambos sexos de un colegio nacional de esta ciudad lo realiza en un aula de clase, a vista y apoyo de sus compañeros, ha sorprendido; lo que significa que en el interior del colegio el control de los estudiantes por parte de los inspectores deja mucho que decir. Cuando falta un profesor por algún motivo, los estudiantes deberían permanecer bajo control de los inspectores y en las aulas o en sitios asignados con trabajo de investigación. Es obvio que se está perdiendo el principio de autoridad, el principio de moral.
Autoridad y moral deben partir desde la formación de los hogares con los padres; en las escuelas, con buena formación y orientación de parte de sus maestros, donde no solo se dé enseñanza básica de materias afines, sino se fomenten los principios básicos de moral y respeto para así llegar a la etapa del bachillerato con excelencia y seguir a la educación superior, de la que saldrán seguramente profesionales idóneos y buenos padres de las futuras generaciones. Al analizar lo vinculante de la juventud actual, con videos y fotos que circulan en las redes sociales, temas musicales, ciertas películas sexualmente explícitas a determinadas horas y sin censura en la televisión, programas de bailes no tan decorosos, internet en el que los adolescentes pasan mucho tiempo concentrados, pregunto: ¿acaso no tienen que ver todos estos desórdenes con robos, violaciones y hasta crímenes cometidos por adolescentes, como el caso de los que se fugaron del correccional de menores de Riobamba?
Como reacción, y al conservar cierta formación lasallana por mi paso en la primaria, y la secundaria por mi querido colegio Aguirre Abad de la calle Chimborazo entre 9 de Octubre y Vélez, y el impacto que me produjo tanto por la profanación de un aula como por la actitud desvergonzada de estos estudiantes, considero que las relaciones de autoridad de ciertos hogares, escuelas y colegios parecen estar volviéndose horizontales. Por eso creo que se deben sustentar en la educación permanente, cátedras de moral en todos los estamentos de la sociedad.
Emilio Sotomayor Troya,
doctor en pediatría, Guayaquil