La figura del “linchamiento mediático” incorporada en la reciente Ley de Comunicación responde de acuerdo al criterio oficialista a la necesidad de proteger al ciudadano, impidiendo la difusión de información que de manera sistemática podría desprestigiar al ciudadano. En esa línea se ha sugerido también que al adoptar la figura del “linchamiento mediático”, el Ecuador se pone a la vanguardia de la legislación jurídica contemporánea, incorporando normas destinadas a convertirse en poderosos referentes de las nuevas relaciones en el campo de la comunicación, que poco a poco se irán diseminando por toda la región.

La norma adoptada define al “linchamiento mediático” como la difusión de información producida de forma concertada y publicada reiterativamente a través de uno o más medios de comunicación, con el propósito de desprestigiar a una persona natural o jurídica o reducir su credibilidad política. En esa propuesta vanguardista reflexionaba el otro día sobre si acaso la Asamblea Nacional perdió la excelente oportunidad de incluir en la ley, una nueva figura que es también analizada con expectativa por los tratadistas del Derecho de Comunicaciones y que se refiere al “endiosamiento mediático” el cual, al contrario del “linchamiento mediático”, podría definirse como la difusión sistemática de información que se realiza a través de los medios de comunicación con el fin de endiosar a una persona, aumentando su credibilidad pública, atribuyéndole méritos y virtudes que no posee.

Los analistas consideran que la figura del “endiosamiento mediático” merece un tratamiento jurídico especial pues a diferencia del “linchamiento mediático”, quien sufre el perjuicio no es una persona en particular sino el colectivo ciudadano cuya percepción es sorprendida a través de la imagen elevada y en muchos casos irreal de la persona que recibe el endiosamiento por parte de los medios de comunicación, con lo que se configura un perjuicio general más evidente y transgresor, especialmente cuando es forjado o utilizado para consolidar preferencias políticas o electorales, ya que el “endiosamiento mediático” no está reservado solo a celebridades de la farándula o del deporte sino también a aquellas que aspiran o mantienen algún tipo de capital político. Si en el linchamiento mediático hay un individuo que recibe el acoso de los medios, en el endiosamiento mediático es la ciudadanía la que recibe el sesgo por parte de los medios, sesgo que a la postre se convierte también en eventual herramienta de manipulación.

Concluyen los estudiosos del tema analizando las razones que llevan a los medios de comunicación a impulsar los “endiosamientos mediáticos”, argumentando que si bien en ocasiones se debe a un convencimiento genuino respecto del favorecido con tanto elogio, generalmente se origina por intereses específicos, sea de los dueños de los medios privados, sea de quienes controlan los medios públicos, agregando que la experiencia demuestra que en el mundo del “endiosamiento mediático” existe una mayor predisposición de la prensa oficial de ensalzar hasta el máximo grado las bondades de los integrantes del régimen de turno. Así que pilas, a convivir evitando el “linchamiento mediático”, exigiendo que se controle el “endiosamiento mediático”, que los dos hacen daño.