Hace tres meses que te fuiste, pero aún no nos acostumbramos a tu ausencia. Fueron muchos momentos inolvidables, buenos, malos, fugaces. Pensamos que la vida se estanca, que esos momentos son eternos, que las personas que amamos siempre estarán allí, sobre todo cuando más las necesitemos; pero todo tiene su ciclo y el tuyo, padre querido, se cumplió.

Te fuiste para no volver, dejándonos tu sonrisa eterna, enseñanzas y afectos. Te fuiste apretando mi mano. “Flores en vida”, repetiste insistentemente. Recibe dondequiera que estés este pequeño testimonio de tu hijo y tu familia que siempre te amó y recordará.

Francisco E. Jiménez Sánchez
Doctor en Jurisprudencia, máster, Guayaquil