Ciertos fiscales y jueces, no es por nada, pero están entre dos espadas: la de la delincuencia y la del poder político. La espada de la delincuencia, si no hacen lo que les pide, los manda al panteón sin conciencia; y la del poder político, si no cumplen con lo que les ordena e instruye, los mete preso o los destituye.

Antes, ser juez o fiscal era un honor, porque se tenía autoridad y se inspiraba respeto. Los abogados que creemos haber aprendido algo preferimos ejercer libremente la profesión o seguir como estamos antes que exponernos al peligro y vergüenza solo por figurar, cuando en realidad en esas circunstancias no se tiene ninguna autoridad.

Estas son unas de las consecuencias de la metida de mano a la justicia que lo único que ha logrado es que exista en el país crisis de jueces probos, y por ello a pretexto de dar oportunidad a gente joven, lo que hacen es aprovecharse de la vanidad y necesidad de muchachitos recién graduados y, sin experiencia ni conocimientos profundos del derecho, ponerlos en cargos para poderlos manipular.

Pedro Eusebio Chichande Ortega,

abogado, Babahoyo, Los Ríos