Vanessa despertó de ‘golpe’, agitada y desconcertada, a las 06:00. Había un silencio extraño. Su madre, Nancy Soledispa, no le respondía. No abría la puerta de su cuarto y tampoco atendía sus llamadas al celular.
Una de sus consentidas, una de las perritas con la que dormía, estaba amarrada en la sala. Y una taza de café, aún tibia, reposaba en la cocina. “Todo era muy raro”, recuerda de esa mañana del 6 de abril de 2022.
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Al no tener ninguna respuesta, se subió a unas sillas para ver a su progenitora a través de una claraboya que hay en la parte superior de la pared y que divide sus habitaciones. No alcanzaba. Pero con la cámara del celular confirmó que estaba en su cuarto. Acostada en su cama, cubierta con una sábana teñida de rojo y con las piernas fuera del colchón. “Mi mamá nunca duerme con la cara tapada”, repetía incrédula.
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No esperó más, se subió al armario y logró escabullirse: “Levanté la sábana y la veo con la boca abierta. Más abajo, le veo el abdomen y tenía salido el intestino. Lo primero que hice fue metérselo (el intestino). Yo era ‘mamá, mamá’, la movía, pero no reaccionaba”.
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Nancy recibió nueve puñaladas. “Por qué no solo darle un golpe y dejarla soñada, amarrada. Me imagino que eran más personas contra una mujer, no sé por qué tanta saña”.
Los vecinos escucharon gritos de una mujer que repetía ‘suéltame, suéltame’, pero Vanessa no oyó nada. Ella y su madre habían sido drogadas con un jugo de limón que les brindó el agresor la noche anterior para robarles, pero al parecer su mamá despertó antes y por eso cree que la mataron.
Su asesino, asegura con rabia e indignación, sería un joven venezolano al que su madre quería como un hijo. Le dio posada y trabajo en una tienda, en el centro de Guayaquil, durante el 2021 y, luego, regresó en marzo de 2022 a pedir empleo. “Y mi mamá lo volvió a recibir. Un día antes (del asesinato), él tenía fiebre y dolor de garganta, y mi mamá se levantó temprano para hacerle una sopa de gallina. Así lo trataba y mire cómo le pagó”, lamenta la hija única de Nancy. Eran un equipo, siempre juntas desde los siete años, cuando sus padres se separaron.
El dolor de perder a su madre le ha impedido retomar su vida. Dejó temporalmente sus estudios universitarios para trabajar, pero piensa retomarlos. Su madre, asegura, no le perdonaría que se dé por vencida.
Las ‘consentidas’ de Nancy le dan fuerzas, aunque hay días que se ‘derrumba’. Más aún al recordar que la muerte de su mamá sigue impune. Han pasado más de diez meses de su femicidio y aún no hay ningún detenido. Tampoco ve avances en el proceso judicial. Sigue en investigación previa y aún Fiscalía no termina de recoger todas las versiones: “Su asesino sigue libre. Ese día, (el venezolano) se llevó dos televisores, dos celulares, la plata ($ 300) y la vida de mi mamá”. Y luego de arrebatársela, recuerda con rabia su hija, se preparó un café.
Femicidio de Nicole
Nicole Méndez, de 21 años, estaba separada de su pareja y tenía a su favor una boleta de auxilio para evitar que el hombre, con el que tuvo una hija de 4 años, se le acercara. Nada sirvió. La mañana del domingo 10 de abril de 2022, testigos señalaron que la vieron discutir con su expareja y minutos más tarde Nicole apareció muerta en una acequia del barrio Puntiatzhil de Cayambe, un camino por el que transitaba a diario de regreso a casa.
Su madre, Natalia Soto, no se quedó conforme con el parte policial que atribuía la muerte a esa caída y, sin más conocimientos de investigación que las dudas de una madre, reconstruyó los hechos, consiguió pruebas y logró que el delito sea cambiado a femicidio. “Dentro de los indicios pude presentar un video que un técnico me ayudó a extraer de unas cámaras de seguridad. Ahí se observa que a mi hija la botan inconsciente en el lugar donde la encontraron. Hasta el día de hoy no hallan su teléfono. En primera instancia dijeron que se había caído, pero unos cien metros antes unos moradores encontraron la chompa enlodada de mi hija”, contó Natalia, quien ha quedado a cargo de la pequeña hija de Nicole y actualmente lidia con las gestiones judiciales para evitar que el padre de su nieta le quite su custodia.
Las dudas de Natalia surgieron tras la falta de cuidado de la Policía y la Fiscalía, cuenta ella, pues ambas entidades no precautelaron la zona donde hallaron a su hija sin vida. Ahí, cuenta Natalia, unos bomberos cubrieron a su hija con un plástico tirado en el lugar, tampoco se colocó un cordón de seguridad como señalan los protocolos para el levantamiento de un cadáver.
Natalia está convencida de que la expareja de su hija es el principal sospechoso, porque el día de la muerte de Nicole él fue la última persona que, según testigos, la vio con vida.
Mi hija siempre pasaba por este lugar, un camino peatonal, subía y bajaba, nunca se podía haber resbalado. En la parte baja de la espalda tuvo laceraciones. Fue a las 09:30 la muerte, mi hija estuvo afuera de la casa con la expareja a las 08:40, mi esposo y personas de ahí lo vieron, y en menos de una hora mi hija falleció. A las 10:00 este hombre fue a mi trabajo y me dijo que había discutido con mi hija. Hay muchas inconsistencias
Natalia Soto, madre de Nicole.
Natalia agrega que el sospechoso ha cambiado varias veces su versión en Fiscalía. “Primero dijo que él no la había visto, luego dice que ella se cayó y que de ahí fue corriendo a mi trabajo”, comentó.
El femicidio de Nicole ha sido un golpe duro de superar. Tras la muerte de su hija, se unió al grupo Madres Coraje Ecuador, que preside y protesta contra los femicidios. “En Cayambe hice plantones, escucharon mi clamor y se sumaron. No tuve duelo, mi duelo fue salir a las calles a luchar, a fortalecerme, a pedir justicia”, dice Natalia, mientras insiste en que la Fiscalía concluya la investigación previa, que lleva ya diez meses. (I)