Juan Jean-Pierre, de 20 años y residente de Socio Vivienda, contaba que muchos de sus compañeros habían sido víctimas de organizaciones criminales y, tras una serie de infortunios en los que estuvieron al borde de ser asesinados o secuestrados, encontraron una “segunda vida en la Batucada Popular”.

“Encontraron un refugio dentro de la organización y siempre dicen: “yo prefiero mil veces estar en la Batucada que robando o siendo parte del crimen.”

Juan contaba con mucha ilusión haber encontrado un “espacio seguro en medio del caos”. Decía estar feliz de formar parte de una iniciativa en la que le permitían ser, sin juicios ni estigmas: “aquí encontré una familia”.

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La Batucada Popular: un refugio contra el crimen

La Batucada Popular lleva seis años intentando, a través del arte, acercar a la comunidad para prevenir el reclutamiento forzoso de organizaciones criminales que acechan a la juventud. Actualmente, cuentan con alrededor de 300 integrantes.

Así como la Batucada, decenas de organizaciones sociales se dieron cita al Séptimo Encuentro de la Sociedad Civil realizado en la Universidad del Pacífico, en el que se abordó el impacto de la violencia criminal en las familias y las causas y efectos sociales del reclutamiento de jóvenes y adolescentes.

‘La sociedad está empezando a normalizar esta situación (el crimen) y eso es fatal’

Javier Gutiérrez alerta que la sociedad está empezando a normalizar el crimen. Foto: Carlos Barros

El sociólogo Javier Gutiérrez, director ejecutivo de Misión Alianza, una ONG noruega que desde 1994 trabaja con la comunidad en Guayaquil, aseguraba que este encuentro, que lleva siete años consecutivos realizándose siempre en el mes de diciembre, ha reunido a sectores sociales, institucionales, gubernamentales, universitarios y eclesiales para trabajar de manera conjunta a través de una agenda colaborativa.

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Gutiérrez advirtió que el impacto de la violencia criminal es cada vez más profundo.

“El primer efecto es la pérdida de vidas. Este año podría cerrar con cifras récord de homicidios. Pero también están el secuestro y la extorsión, que afectan la estabilidad emocional de las personas. La sociedad está empezando a normalizar esta situación y eso es fatal”, afirmó.

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El sociólogo alertó que, sin medidas urgentes, Ecuador podría “caminar hacia un país fallido”.

Sobre la prevención del reclutamiento juvenil, sostuvo que se requiere transformar los territorios marcados por la violencia en espacios con oportunidades reales.

“Necesitamos deportes, cultura, refuerzo escolar y recuperar a los 100.000 estudiantes que el año pasado no se matricularon en la Costa. ¿Dónde están? En las calles, trabajando o vulnerables a las bandas”, dijo.

Planteó recuperar espacios públicos, garantizar rutas seguras para pequeños negocios afectados por extorsión y mejorar servicios básicos para que las familias tengan condiciones de vida dignas.

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Gobernanza criminal y desplazamiento forzado

Johanna Chévez y Manuel Macías hablan de una gobernanza criminal que ha provocado el desplazamiento interno de miles de familias. Foto: Carlos Barros

En otro panel, Manuel Macías, director de Ciencias Políticas de la Universidad de Guayaquil, y Johanna Chévez, coordinadora de proyectos de la Fundación Mikai, expusieron sobre la gobernanza criminal y el desplazamiento forzado en barrios conflictivos.

Macías explicó que en varias zonas “existen dos gobiernos: el institucional y el criminal. Ambos ejercen distintos tipos de violencia, y las comunidades quedan atrapadas entre los dos”.

Los estudios presentados se enfocaron en Isla Trinitaria y Socio Vivienda, aunque casos similares se registran en todo sector vulnerable.

“Las familias se desplazan buscando lugares más seguros. Algunos vuelven a provincias de origen; otros migran dentro de la ciudad hacia zonas sin disputas entre grupos delictivos”, señaló Chévez.

Sobre el reclutamiento, Macías advirtió que los adolescentes varones mayores de 16 años enfrentan entre cinco y diez veces más probabilidades de ser abordados por bandas si tienen familiares o conocidos vinculados.

“El desempleo, la descomposición familiar, la violencia en el hogar, la falta de oportunidades y un sistema educativo debilitado son factores que empujan a los jóvenes hacia estos grupos”, agregó.

Chévez recordó el antes y después de la masacre del 6 de marzo en Socio Vivienda. “Las familias salieron solo con la ropa que llevaban puesta. Hubo desplazamientos masivos, niños heridos y más de 40 cuerpos encontrados ese mes”, relató.

Explicó que jóvenes de la Batucada Popular tuvieron que huir y que cuatro de ellos no han podido regresar a sus casas. Aunque no han recibido amenazas directas como colectivo, sí hay jóvenes intimidados en sus barrios por tener familiares vinculados a grupos delictivos.

“Aun así, resisten. Hacen marchas, organizan actividades artísticas y buscan recuperar espacios seguros”, dijo.

Más allá de las cárceles: soluciones a largo plazo

Consultados sobre la propuesta gubernamental de construir nuevas cárceles, ambos panelistas coincidieron en que la solución no pasa solo por lo penitenciario.

“Las cárceles resuelven los efectos, pero las causas. Lo que falta es la cara amable del Estado: más trabajadores sociales, proyectos urbanos integrales, inversión en educación básica y pública”, sostuvo Macías.

“Repito, el tema carcelario es penal, es punitivista, no es suficiente, no ataca causas, simplemente ataca efectos. Entonces, hace que se sigan reproduciendo los otros temas de violencia estructural que hacen que el problema siga vigente", añadió.

Chévez añadió que el reto es de largo plazo: “Implica fortalecer al Estado, coordinar con gobiernos locales, academia y sociedad civil. Hay que empezar por generar acuerdos y sostenerlos por décadas”, concluyó. (I)