Luego de que el cadáver de Freddy Anchundia Loor, alias Anchundia, identificado por la Policía como líder de la banda R7, fuera hallado este miércoles, 8 de noviembre, colgado en la cárcel Regional de Guayaquil, el nombre de esta agrupación delictiva salta nuevamente a la luz pública.
Ya lo estuvo en el 2022, cuando el Gobierno la vinculó con las masacres ocurridas en las cárceles de Turi y de Santo Domingo, en abril y mayo respectivamente, y que dejaron como resultado 64 reclusos asesinados.
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Alias Anchundia, líder de la banda R7, fue hallado muerto en la cárcel Regional
El Gobierno ligó esos enfrentamientos a una supuesta sublevación de un grupo que no quería someterse a los R7, una banda que mantenía nexos con Los Lobos y que fue armando su propia estructura en los últimos meses.
Este grupo delictivo fue formado por dos aliados del entonces líder de Los Choneros, Jorge Luis Zambrano, alias Rasquiña (asesinado en diciembre de 2020). Ellos fueron Freddy Anchundia Loor y Angelo Javier Achilie, alias Negro Angelo.
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Casi hasta mediados del año pasado, esta banda era poco conocida, ya que, a diferencia de Los Choneros, Tiguerones y otras con presencia nacional, no se trataba de una megabanda.
La Policía Nacional le ha adjudicado delitos como microtráfico, sicariato y extorsión. En su momento, las autoridades identificaron que los R7 fueron un apéndice de los Chone Killers.
Con la muerte de alias Anchundia, quien tomaría las riendas de la banda sería su hermano. El ahora occiso tenía un amplio historial delictivo y estuvo preso en cárceles de Cuenca, Guayaquil y Santo Domingo de los Tsáchilas, luego de estar en la lista de los más buscados de Ecuador.
De hecho, en la cárcel Regional, donde fue hallado muerto, estaba detenido con alias Fito, actual cabecilla de Los Choneros.
Según registros policiales, el hombre operó por un tiempo en zonas de Manabí, donde aparentemente estaba involucrado en la venta de droga en distintas zonas.
Los R7 trataban de abarcar el territorio dejado por otro grupo llamado Los Gatos Secos, que se dedicaba presuntamente a los mismos delitos y que fue desmantelado por la Policía Nacional en el operativo Ciclón del Pacífico.
En sus inicios, esta organización se formó con 50 personas. Según los informes de Inteligencia, la red delictiva cobraba $ 3.000 por ejecutar un asesinato. El dinero lo exigían por adelantado y además pedían el arma para cometer el crimen y movilización. (I)