La población carcelaria asciende a 38.000 personas. Una parte de ese universo ha buscado opciones de rehabilitación que se ofrecen en las cárceles del país: según los registros del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI), en el 2019 hubo más de 80.000 participaciones de internos en actividades para aprender oficios, practicar deportes o participar en espacios de cultura y vinculación social, es decir que hubo personas privadas de la libertad que se involucraron en más de una de esas actividades.

Con estas actividades, el SNAI busca distanciar a los internos de la violencia que está patente en las cárceles por la presencia de bandas ligadas al narcotráfico, como aquellas que han protagonizado matanzas en los últimos días en tres centros penitenciarios del país.

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El Reglamento del Sistema Nacional de Rehabilitación Social, aprobado en 2020, recoge seis ejes de tratamiento para quienes formen parte del régimen cerrado:

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  1. Laboral
  2. Educación
  3. Cultura
  4. Deporte
  5. Salud
  6. Vinculación social y familiar

Según el artículo 179 de dicho reglamento, el tratamiento “es la ejecución del plan individualizado de la pena, orientado a superar las causas que influyeron en el cometimiento del delito, procurando el desarrollo de habilidades, competencias y destrezas que permitan la convivencia en el centro, la rehabilitación y reinserción social”.

Para implementar dicho tratamiento, detalla el texto, se desarrollarán planes y programas.

Eje laboral

Interno de Centro de Privación de Libertad Cañar N°2 labora en taller carpintería.

Según el artículo 186, el eje laboral será ejecutado mediante actividades laborales, ocupacionales y productivas y de servicios con el fin de desarrollar capacidades, habilidades y destrezas de carácter artesanal, intelectual, manufacturero o producción en planes, programas y proyectos, que promuevan la formación y capacitación para el trabajo, producción y comercialización de los productos, bienes y servicios.

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En los registros del SNAI del 2019, se informa que 26.000 internos participaron de esos planes: talleres de capacitación en tecnologías, panadería, carpintería, manualidades y otros. En diciembre de ese año se realizaron ferias navideñas para exhibir productos elaborados por los reos.

Eje educativo

Internos del Centro de Privación de Libertad de Manabí N° 2 en actividades de aprendizaje.

Según el artículo 198, la entidad rectora del sistema nacional de educación es la responsable de la implementación y ejecución de los procesos formativos en los centros de privación de libertad a nivel nacional, de conformidad con lo establecido en el modelo de gestión en contexto de privación de libertad que corresponda; y, en cumplimiento del ordenamiento jurídico que regula el Sistema Nacional de Educación y el Sistema Nacional de Rehabilitación Social.

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Las ofertas educativas que se implementan y ejecutan en los centros de privación de libertad corresponden a alfabetización, postalfabetización, básica superior, bachillerato general unificado y bachillerato técnico, en coordinación con la entidad a cargo del Sistema Nacional de Rehabilitación Social. Por otro lado, el SNAI podrá realizar y coordinar con instituciones públicas y privadas las actividades de educación no escolarizada sobre la base de la planificación institucional.

En 2019, 9.243 personas privadas de la libertad estudiaron en la educación no escolarizada, participaron en talleres y cursos complementarios.

Mientras, 6.777 internos se involucraron en educación escolarizada y educación superior.

“9 PPL (personas privadas de la libertad) culminaron su carrera universitaria. Las carreras con mayor acogida son Derecho, Administración de empresas y Contabilidad. Las PPL también pueden acceder a carreras como Psicología, Logística, Informática, entre otros”, se detalla en los registros del SNAI del 2019. Aún no se ha subido la data a su sitio web institucional correspondiente al 2020.

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Eje cultural

En el Centro de Adolescentes Infractores de Quito se desarrollan talleres de danza.

“Tiene como objeto incorporar el arte y la cultura como parte de un plan integral en la rehabilitación y reinserción social de las personas privadas de libertad. La cultura y el arte se constituyen en herramientas de reinserción social, tomando en consideración los elementos del modelo de gestión en el contexto de privación de libertad que corresponda”, refiere el portal web del SNAI.

Más de 10.000 internos participaron en 2019 en actividades relacionadas a este eje. “Entre las acciones destacadas del eje cultural están Programa televisivo Contraluz, producido por las PPL del CRS Sierra Centro Norte. Es el primero en Latinoamérica”.

Eje deportivo

Campeonato de ajedrez en centro carcelario de Manabí.

En el artículo 211 se detalla que la política pública deportiva en los centros de privación de libertad se ejecutará conjuntamente por el ente rector del deporte, educación física y recreación y la entidad encargada del Sistema Nacional de Rehabilitación Social.

“Durante el 2019 participaron 17.920 PPL en actividades deportivas y recreativas como indorfútbol, ecuavóley, baloncesto, levantamiento de pesas, bailoterapia, entre otros”, se detalla.

Eje de salud

En centro carcelario de Chimborazo se realizaron pruebas de COVID-19 a los internos.

Los internos participan en jornadas de desparasitación, vacunación y exámenes para detectar enfermedades. También se ha implementado un programa y talleres de salud mental para tratar adicciones y la problemática del suicidio. En 2019, más de 12.000 internos contaron con programas específicos de prevención, atención y tratamiento de problemas de salud, a cargo del Ministerio de Salud Pública.

Eje de vinculación familiar y social

El artículo 228 refiere que los objetivos de este eje son fortalecer y mantener el vínculo familiar y social de las personas privadas de libertad.

“Para el efecto, se definirán y ejecutarán políticas, estrategias, planes, programas, proyectos y servicios de calidad y calidez en el contexto de la privación de libertad, para fortalecer el núcleo familiar y las relaciones sociales de las personas privadas de libertad”, se destaca en una publicación del SNAI.

Según el reglamento, los internos que participan en los programas de rehabilitación social son evaluados. Su progreso y conducta son tomados en cuenta en procesos de reclasificaciones de nivel de seguridad y solicitudes de beneficios como el cambio a un régimen semiabierto o abierto. (I)