Restos de vidrios trizados, pedazos de zinc doblados, cables de luz cortados y focos rotos arrumados en medio de cintas amarillas que dicen “Peligro”. Ese es el escenario, un día después, en el epicentro del atentado cometido en la Bahía de Guayaquil la madrugada del 4 de junio de 2025.