El cuerpo de un hombre, envuelto en sábanas floreadas y fundas negras, yacía en medio de la calzada. La cabeza, desprendida, estaba a pocos metros, dentro de otra bolsa plástica. Ambas piezas humanas fueron halladas la madrugada del pasado 2 de abril. El hecho conmocionó a los moradores del sector de Bastión Popular, noroeste de Guayaquil.

A quince minutos de esta zona, en Pascuales, este hecho violento se multiplicó por cuatro en un lapso de 17 días, entre el 10 y el 27 de diciembre. Dos hombres y una mujer fueron decapitados y otro hombre fue desmembrado en varias partes.

Estos crueles y macabros hallazgos se replicaron también a nivel nacional. En total, este Diario recopiló al menos 46 casos en el país durante el año 2022, el más violento registrado en la historia del país. El 41 % (19) ocurrió en Guayaquil (11) y Durán (8), dos de los tres cantones que forman parte de la Zona 8.

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Las estadísticas oficiales de estos hechos violentos difieren entre dos instituciones policiales. Según Carlos Perugachi, jefe del Laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses de la Zona 8, han recibido catorce casos con estas características.

En cambio, la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased) de la Zona 8 registra —según una entrevista de enero— 29 cuerpos desmembrados; trece de ellos fueron personas privadas de la libertad asesinadas durante riñas en la cárcel.

Estas cifras no coinciden porque talvez la Dinased —considera Perugachi— estaría refiriéndose a la subclasificación de las piezas. “Pero (varias) corresponden a un solo cuerpo”, dice.

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De las 46 víctimas cuyos cuerpos fueron decapitados y/o desmembrados, 24 fueron en Guayas, 6 en Azuay (en la cárcel de Turi), 5 en Los Ríos, 4 en El Oro, 2 en Esmeraldas, 2 en Cañar y los 3 restantes en las provincias de Santa Elena, Santo Domingo e Imbabura.

Al menos 90 fallecidos y 385 heridos suman las víctimas colaterales durante el año de mayor violencia en el país

Del total de casos, 40 fueron hombres y 6 mujeres. Entre ellos consta el presunto femicidio de una joven en la cooperativa Antonio Neumane de la isla Trinitaria, sur de Guayaquil. Su cuerpo fue desmembrado en diez partes, en su vivienda, y lo encontraron dentro de dos bolsas y una maleta en la vía Perimetral, el 27 de diciembre. Su pareja, que según la Policía sería parte de una banda criminal, es el principal sospechoso.

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“Al ser las mujeres víctimas de esa violencia, las muertes también se incrementan con esa crueldad. (Para) los sicarios es más fácil matar a una mujer, que el marido o el jefe de la banda la mande a matar. Esto no pasa con los hombres, excepto en cárceles (...). Las mujeres están en riesgo”, explica Anabel Arévalo, magíster en Psicoterapia Familiar y especialista en violencia de género. (I)

Con las huellas dactilares, examen antropológico y pruebas de ADN se identifican cuerpos mutilados

El primer paso para identificar un cadáver consiste en revisar las huellas dactilares. Apenas ingresa el cuerpo de una persona fallecida al Laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses de la Zona 8, se le toma la muestra (necrodactilia) de los dedos, se ingresan estos datos al sistema policial y se buscan coincidencias en la base de datos de personas con antecedentes penales, explica Jorge Torres, jefe de Medicina Legal.

Si no consta en esos registros y un familiar lo ha identificado, añade, se solicita al Registro Civil la información de la persona con su huella dactilar, y un perito se encarga de verificar que haya al menos nueve coincidencias en las líneas (formas y patrones), que son únicas en cada persona. (Ver imagen)

‘Paren las muertes’, grito de familias de víctimas colaterales

Los resultados de este proceso pueden tardar de 20 a 45 minutos si la huella está nítida, y hasta días si es que la imagen no está clara o completa. Y si al cadáver no se le puede tomar la huella, porque fue hallado en estado de descomposición, quemado o desmembrado, asegura el especialista, se realiza un examen antropológico para determinar sexo, tamaño y otras características que ayudarían a la identificación.

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Peritos del Laboratorio de Criminalística y Ciencia Forense realizan el análisis y comparación de huellas dactilares para la identificación de las personas fallecidas. Foto: Francisco Verni Peralta

“Es complicado cuando se trata de piezas anatómicas, porque son cortes que a veces no son completos. Lo que se hace es tratar cada pieza anatómica; se las procesa por separado y se las enumera”, refiere Torres.

El tercer y último paso radica en la prueba de ADN que se les practica al fallecido y al pariente para confirmar su nombre y hacer la entrega del cuerpo. Este test se realizó, por ejemplo, a las dos cabezas humanas encontradas en Pascuales, noroeste de Guayaquil, el 21 y 27 de diciembre pasado.

Solo estas piezas anatómicas fueron entregadas a sus familiares, ya que los cuerpos no fueron hallados, recuerda Carlos Perugachi, jefe del Laboratorio de Criminalística de la Zona 8.

En esta misma área se realiza la identificación de los sospechosos en las escenas del crimen. Las huellas, en estos casos, se toman con polvos y químicos de colores que se esparcen sobre diferentes superficies con unas brochas —que tienen imán para colocar y retirar el producto— para hacer contrastes y captar la mayor cantidad de huellas. (I)

Otras víctimas en el país durante el 2022

13 de septiembre de 2022. El cuerpo decapitado de Kenneth Marcos I. C. (21) fue hallado en dos fundas, en la parroquia Venus del Río, en Quevedo (Los Ríos).

15 de septiembre de 2022. Un cadáver decapitado fue encontrado embalado con fundas plásticas en un sector apartado de la cooperativa El Arbolito, en Durán (Guayas). La víctima habría sido ejecutada en otro sitio, según versión policial. No tenía documentos, por lo que no fue identificado en ese momento. Un reciclador que revisaba los desechos en busca de artículos encontró los restos humanos y alertó a la Policía.

11 de octubre de 2022. El cuerpo de un hombre fue hallado decapitado en La Libertad, Santa Elena. Junto al cadáver había un panfleto con la imagen de un sapo. Foto: Cortesía

30 de noviembre de 2022. Joseph V. A. (28) había sido reportado desaparecido una semana antes. El cuerpo fue desmembrado en varias partes y colocado en siete sacos, en la avenida Perimetral, cerca del viaducto que se dirige hacia la vía a la costa, en el norte de Guayaquil. El cadáver presentaba heridas por impactos de bala en la cabeza, tórax y piernas. Sus familiares lo identificaron por un tatuaje.

21 de diciembre de 2022. El cuerpo de la colombiana Yésica C. fue desmembrado en nueve partes y encontrado en un basurero del sector de la isla Trinitaria, sur de Guayaquil.