Las elecciones legislativas y regionales de este domingo 25 de mayo plantean una especie de dilema imposible para la oposición en Venezuela: si participan y ganan, no tienen garantías de que el resultado sea reconocido; si se abstienen, dejan todo el poder en manos del gobierno de Nicolás Maduro.

No es la primera vez que la oposición venezolana enfrenta esta disyuntiva por dudas sobre el proceso electoral.

Desde el fallido referendo revocatorio contra Hugo Chávez en 2004 hay opositores convencidos de que el chavismo se aferraría al poder a cualquier costo.

Publicidad

Y, a lo largo de los años, las quejas electorales de la oposición se han acumulado: desde las denuncias sobre uso abusivo por parte del chavismo de instituciones y recursos estatales para hacer campaña, pasando por las inhabilitaciones que impiden la postulación de opositores, hasta las denuncias por fraude electoral tras las presidenciales del 28 de julio de 2024.

El chavismo ha negado siempre cualquier irregularidad y, a su vez, ha acusado a la oposición de buscar la desestabilización.

En todo caso, los comicios del 28J parecen haber sido un parteaguas en la historia electoral de Venezuela, luego de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) -afín al oficialismo- proclamara como ganador al presidente Nicolás Maduro, sin permitir una auditoría independiente del proceso ni ofrecer los resultados electorales discriminados por mesas, lo que habría permitido verificar la supuesta victoria de Maduro.

Publicidad

La oposición, por su parte, divulgó públicamente más del 80% de las actas electorales, según las cuales su candidato, Edmundo González Urrutia, ganó la elección con amplia ventaja.

A partir de allí, el gobierno venezolano desató una ola represiva en la que más de 2.000 personas fueron detenidas, incluyendo testigos de mesa y dirigentes políticos, González Urrutia se exilió y la líder opositora María Corina Machado pasó a la clandestinidad.

Publicidad

En ese contexto, el gobierno de Maduro convocó a las votaciones de este domingo en las que se escogerá a los 285 diputados de la Asamblea Nacional, 260 legisladores estadales y a los 24 gobernadores.

Frente a este escenario, ¿qué margen tiene la oposición?

GETTY IMAGES Foto: BBC Mundo

Dos oposiciones frente a un dilema

“Ese es un antiguo dilema de la oposición”, le dice a BBC Mundo Colette Capriles, profesora de Ciencias Sociales de la Universidad Simón Bolívar.

“Tenemos una oposición que desde hace 25 años se mueve entre esas dos visiones del cambio político. En una de ellas, es posible forzar al sistema, dentro de lo estrecho que sea el campo de las reglas del juego, para conseguir un resultado y, por lo tanto, allí se inscribe la participación en cualquier elección”, explica.

Publicidad

“La otra visión corresponde a una parte de la oposición que ha visto la elección de manera utilitaria, en el sentido de que participa en las elecciones, pero siempre con el objeto de forzar la crisis, no de construir el sistema en el cual haya en última instancia alternabilidad”, agrega.

Hoy, esas visiones son patentes en dos grupos opositores diferenciados: el de quienes quieren participar en los comicios, cuyo portavoz más visible es el excandidato presidencial Henrique Capriles Radonski; y el de quienes abogan por abstenerse, liderado por María Corina Machado.

Curiosamente, ambos grupos coinciden en su valoración negativa sobre estos comicios.

“En la oposición venezolana todos coinciden en que estas elecciones no cumplen con las condiciones competitivas adecuadas que ellos exigirían o esperarían de un proceso dentro de la democracia liberal. Ahí no hay división”, dice Luis Vicente León, presidente de la consultora Datanálisis, en entrevista con BBC Mundo.

“La división parte fundamentalmente de qué buscas cuando participas o no participas en una elección no competitiva. ¿Qué esperas de esa elección? Los argumentos de ambas partes son respetables, sólidos, por lo que hay que definir qué objetivo quieres para saber si vale la pena o no votar”, agrega.

Pero ¿qué buscan los abstencionistas?

“Yo ya voté el 28 de julio”

Quienes abogan por la abstención consideran inútil acudir a nuevas elecciones mientras no se reconozca a Edmundo González como el ganador de las presidenciales del 28 de julio. GETTY IMAGES Foto: BBC Mundo

“Yo ya voté el 28 de julio”, “No voto, yo desobedezco”, “No voto este 25 de mayo” son algunos de los mensajes que aparecen en fotografías publicadas en las últimas semanas en la cuenta en X de María Corina Machado de grafitis procedentes de distintas ciudades de Venezuela.

La líder opositora se ha plantado en su rechazo a la participación en las elecciones de este 25 de mayo, que califica como una “farsa” que busca legitimar al gobierno de Maduro.

“Ellos dicen que el voto en Venezuela no tiene la capacidad de provocar los cambios y reflejar la opinión de la mayoría y consideran que votar en estas condiciones es validar un gobierno que ellos consideran absolutamente ilícito”, explica Luis VIcente León.

“Si tú planteas que las elecciones en Venezuela no son competitivas y que ellos fueron a las elecciones presidenciales y se sienten robados, su argumento de no votar tiene una solidez primaria. Es decir, para qué voy a votar si yo voté y no pude conseguir nada a pesar de ser la mayoría”, señala.

“Es un argumento válido bajo la premisa de que tú estás manteniendo una lucha que tú crees viva para provocar un cambio de gobierno alrededor de la pasada elección presidencial”, agrega.

Adicionalmente, más allá de lo ocurrido el 28J, Machado y la parte de la oposición que rechaza las elecciones enfrentarían limitaciones importantes si quisieran participar, pues muchos de sus dirigentes y de quienes les apoyaron en las presidenciales están detenidos, tuvieron que exiliarse o son buscados activamente por parte de las autoridades.

“Una voz que no se puede apagar”

Henrique Capriles Radonski, quien compitió en elecciones presidenciales contra Chávez y contra Maduro, es una de las caras más visibles del grupo que impulsa la participación. GETTY IMAGES Foto: BBC Mundo

¿Y qué buscan los que impulsan la participación?

“Los venezolanos tenemos una voz y esa voz no se puede apagar. Maduro quiere al país desesperanzado y resignado, no lo va a lograr. En 6 días estaremos usando nuestro voto para ratificar el cambio que queremos. La inacción y quedarse de brazos cruzados lo único que va a lograr es la tranquilidad del poder”, escribió el opositor Henrique Capriles Radonski en un mensaje en X publicado el pasado 19 de mayo.

Luis Vicente León explica que quienes impulsan la participación buscan mantener la lucha y mantener a la oposición viva, estructurada.

“Su objetivo no es ganar la mayoría en el parlamento. Ellos saben que no la van a tener, entre otras cosas, porque las fuerzas de la oposición están fracturadas”, dice.

“Entonces, para ellos la lucha no es por el éxito electoral, sino por mantener la articulación opositora, por demostrar la fuerza, por obligar al adversario a hacer cosas que lo debilitan internamente y también internacionalmente”, agrega.

El analista advierte, no obstante, que los partidarios de la participación se enfrentan a un resultado “malo”, en el sentido de que no pueden lograr una mayoría, que puede convertirse en “regular” o “bueno” a medio plazo si logran obtener al menos una cuarta parte de los diputados en la Asamblea Nacional que le den voz y visibilidad a la oposición en esa institución.

También podrían tener un resultado muy malo, si obtienen una representación tan pequeña que termine ahogada por la mayoría oficialista.

Los partidarios de la participación consideran, en cualquier caso, que es mejor correr estos riesgos que conformarse con los dudosos frutos de la abstención.

¿Una abstención estéril?

La oposición venezolana ha obtenido sus mejores resultados cuando ha acudido unida a las elecciones. GETTY IMAGES Foto: BBC Mundo

Y es que esta no es la primera vez que la oposición venezolana decide no participar en unos comicios contra el chavismo.

Lo decidió en las elecciones de 2005 a la Asamblea Nacional y, como consecuencia, el chavismo pudo usar el parlamento para controlar al resto de los poderes e instituciones públicas, incluyendo el CNE, el Tribunal Supremo y la Fiscalía General, entre otros.

Lo mismo ocurrió cuando se abstuvo en los comicios para la Asamblea Nacional Constituyente de 2017 y en las legislativas de 2020.

La oposición tampoco participó en las presidenciales de 2018, lo que derivó en la crisis política de 2019 cuando más de medio centenar de gobiernos alrededor del mundo desconocieron la legitimidad de Maduro y reconocieron al opositor Juan Guaidó, entonces presidente de la Asamblea Nacional, como mandatario interino de Venezuela. Sin embargo, seis años más tarde, Maduro sigue ocupando la presidencia del país.

“¿A qué conduce la no participación si no eres capaz de provocar un cambio de gobierno por esa vía? Te lleva a procesos de nicaragüización, cubanización o iranización de la política. ¿Y qué es eso? La no existencia de la oposición”, apunta León.

“¿Qué conseguiste cuando no fuiste a las elecciones? Un retroceso en la fuerza institucional de la oposición y permitiste que el gobierno obtuviera los cargos de elección popular sin tener que luchar ni exponerse. Tú se los pusiste con un lacito”, agrega,

Por contraste, el experto señala que la oposición ha logrado sus mayores éxitos cuando ha acudido unida a las elecciones.

“Cuando la oposición ganó la mayoría en el parlamento en 2015, el gobierno tuvo que maniobrar dentro de su control institucional para bloquearla. La oposición tuvo un efecto institucional, se articuló y construyó un liderazgo alrededor de su lucha. Y en la elección presidencial de 2024, demostró su mayoría y logró un apoyo súper sólido a su lucha, poniendo al gobierno en aprietos de legitimidad ante la incapacidad de divulgar las actas electorales”, afirma.

“Si miras los resultados de las abstenciones previas, no hay nada”, añade.

¿Cómo se beneficia Maduro?

La abstención de la mayoría de la oposición en las elecciones presidenciales de 2018 logró poner en duda la legitimidad de Maduro, pero no sacarlo del poder. GETTY IMAGES Foto: BBC Mundo

Más allá del significado del pulso gobierno-oposición, las votaciones de este 25 de mayo también tienen un impacto dentro de la oposición misma.

“Aquí también se está dirimiendo cómo se puede construir de aquí en adelante la relación de oposición con el gobierno, quiénes pueden ejercerla, en qué condiciones y cómo va a ir en adelante esa relación. Entonces, si se quiere, hay una dimensión más diabólica todavía en el hecho de que hay un juego profundo que tiene que ver con los liderazgos de la oposición que, al menos desde 2014, están en disputa”, señala Colette Capriles.

Ese largo pulso entre dirigentes con distintas visiones, no juega a favor de la oposición.

“Al gobierno le ha servido muchísimo contribuir a que ese dilema estratégico se haga más agudo, mucho más intenso, porque, mientras no se resuelva, la clase política que puede sustituir a Maduro está dividida”, advierte la experta.