El presidente ruso, Vladímir Putin, es un hombre analógico del siglo XX que no lleva teléfono móvil y apenas utiliza internet, pero está obsesionado con la inteligencia artificial (IA) y la longevidad a través del progreso tecnológico.
“En Rusia la gran mayoría de jóvenes utilizan profusamente las redes neuronales (...) tanto en los estudios como en el trabajo o simplemente en la vida cotidiana”, dijo al intervenir en una conferencia sobre IA.
Putin siempre comparece en público con hojas de papel en la mano y en las reuniones del Gobierno, sean en persona o por videoconferencia, toma nota a bolígrafo y nunca utiliza portátil o tableta.
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“El presidente no emplea la inteligencia artificial en su trabajo”, señaló este jueves su portavoz, Dmitri Peskov, en rueda de prensa.
Eso no impide que desde hace años piense que, como dijo en una ocasión, “la IA es el futuro, no sólo de Rusia, sino de toda la humanidad”.
Los especialistas del ramo cuentan con la financiación del principal banco del país, Herman Gref, antiguo ministro de Economía y estrecho colaborador de Putin desde su llegada al Kremlin.
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El mayor abanderado de IA
El jefe del Kremlin, que ya ha hablado con el Gobierno sobre la introducción de la IA en todas las facetas de la vida, incluido la economía, participa varias veces al año en foros, conferencias o simposios sobre inteligencia artificial, la última vez esta misma semana.
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Entonces tuvo la oportunidad de departir con el primer robot humanoide de Rusia, Grin, creado gracias al servicio neuronal GigaChat.
“Hola, me llamo Grin. (...) Más de 40 motores y muchos sensores me permiten moverme con fluidez, mantener el equilibrio y relacionarme sin peligro para la gente”, dijo el robot a Putin.
Al intervenir en la conferencia subrayó la importancia “estratégica” de la inteligencia artificial generativa, ámbito cuya labor debe ser coordinada -en su opinión- por un agencia estatal para garantizar la soberanía tecnológica.
“No podemos permitir una dependencia vital de sistemas ajenos. Para Rusia esto es una cuestión de Estado”, subrayó, aunque se mostró dispuesto a cooperar con los aliados, desde China a la India.
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Aseguró que Rusia continuará invirtiendo en la construcción de centros de procesamiento de datos “sobre la base de las centrales nucleares”.
“El progreso digital tomará impulso, se acelerará y en un futuro próximo surgirán tecnologías que superarán las capacidades de los sistemas ya existentes. Esto sucederá muy rápidamente”, pronosticó
Aunque, al mismo tiempo, llamó a enseñar a los niños a pensar y advirtió del peligro de dividir a la sociedad entre élites tecnológicas y aquellos que únicamente “aprietan el botón”.
El líder ruso, muy reacio a la injerencia de la moral liberal en su país, también llamó a que los algoritmos incluyan “los valores tradicionales de todos los pueblos” que integran la Federación Rusa.
Llegar a los 150 años
Últimamente, Putin, que cumplió 73 años en octubre, está obsesionado con la longevidad. Su conversación en septiembre con el líder chino, Xi Jinping, sobre el desarrollo de la biotecnología, el trasplante de órganos y la inmortalidad ocupó portadas en todo el mundo.
Esta semana recordó otra vez que antes las personas no pasaban de los 35 años y, “ahora, en algunos países ya viven 80 años” de media.
“Incluso nos hemos fijado metas concretas para aumentar la esperanza de vida. Y bien que lo hacemos. A lo mejor es posible que alcancemos hasta los 150 años”, comentó.
Y añadió que “siempre será poco, igual que ocurre con el dinero. Siempre”.
De hecho, aludió a su estado de salud, un secreto de Estado con el que suele especular la prensa internacional, pero nunca la rusa.
“Acabo de pasar mi examen médico, lo que me llevó casi dos días e incluyó una noche en la clínica (...) Gracias a Dios, todo bien”, comentó.
Todo queda en familia, ya que su hija menor, Katerina Tíjonova, dirige actualmente el Instituto de Inteligencia Artificial en la Universidad Estatal de Moscú, según la prensa rusa. (I)



















