Reconozcámoslo: a la mayoría de nosotros nos gustaría disponer de un árbol genealógico que se remontara muchas generaciones atrás, a los abuelos de nuestros tatarabuelos, tal vez. Pero ¿no sería aún más maravilloso poder prolongar ese árbol hasta nuestros ancestros más remotos, es decir, hasta el propio origen de la vida?