Los niveles de radiación en la atmósfera terrestre alcanzaron en noviembre su punto más alto en casi dos décadas, luego de que una rara súper llamarada solar impactara la Tierra con un flujo de partículas de alta velocidad.
El fenómeno fue provocado por una llamarada X5.1, una de las más potentes de 2025, que estalló el 11 de noviembre desde la región activa AR4274 del Sol.
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La erupción ocurrió tras varios eventos menores, incluidas eyecciones de masa coronal (CME), que ya habían generado auroras inusualmente brillantes visibles hasta en Florida. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de llamaradas de clase X registradas este año, esta sí lanzó un chorro de protones de alta energía casi a la velocidad de la luz, capaces de alcanzar la Tierra en minutos.
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Una subida súbita de radiación
Ese día, investigadores lanzaron globos estratosféricos equipados con sensores y detectaron un incremento dramático: a unos 12 kilómetros de altitud, donde operan la mayoría de aviones comerciales, la radiación llegó a niveles diez veces superiores al fondo normal causado por rayos cósmicos.
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De haberse mantenido más de 12 horas, una mujer embarazada expuesta a esos valores habría superado el límite considerado seguro para un feto. No obstante, la fase más intensa duró cerca de dos horas, según el investigador Benjamin Clewer, de la Universidad de Surrey. El evento completo se extendió por 15 horas, pero solo el inicio fue crítico.
Cuando los protones solares golpean la atmósfera, generan lluvias de partículas secundarias que incrementan temporalmente la radiación en superficie. Estos picos, llamados Ground Level Events (GLE), son muy poco comunes: desde los años 40 solo se han registrado 77.
La comunidad científica aún no comprende por qué algunas llamaradas producen estos eventos y otras no. “No entendemos bien por qué ciertos estallidos expulsan partículas tan rápidas y otros no”, dijo Clewer.
El GLE del 11 de noviembre fue moderado comparado con otros del pasado: el más intenso, en 1956, fue 60 veces más fuerte. Estudios en anillos de árboles sugieren que el Sol es capaz de generar eventos mil veces más poderosos.
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Riesgos para la aviación: fallas electrónicas y comunicaciones interrumpidas
Además de los riesgos para la salud, estos picos de radiación pueden interferir con la electrónica de los aviones. Dos semanas antes del GLE, un Airbus de JetBlue perdió altitud de forma repentina sobre Florida, un incidente relacionado con posibles fallas provocadas por partículas energéticas.
Un GLE severo podría causar que múltiples aeronaves experimenten fallas electrónicas simultáneamente. Los pilotos podrían enfrentar alarmas simultáneas, tener que reiniciar sistemas o incluso operar manualmente, mientras las comunicaciones por radio se interrumpen debido al clima espacial extremo.
Por ello, los expertos piden instalar monitores de radiación en todos los aviones comerciales, para que las tripulaciones entiendan lo que ocurre durante estos eventos rápidos e impredecibles.
“Si aún puedes comunicarte, puedes descender o cambiar de latitud”, explicó Clewer. “Pero existe la posibilidad de que los pilotos no puedan hablar por radio y tengan que manejar todos los demás problemas al mismo tiempo”. (I)