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Perú tiene un difícil escenario poselectoral, con una segunda vuelta aún sin definir

Pedro Castillo le lleva una corta distancia a Keiko Fujimori poco antes de finalizar el escrutinio.

El candidato presidencial Pedro Castillo habla ante sus seguidores mientras se esperan los resultados electorales el lunes en Lima. Foto: EFE

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Ya han pasado dos días desde la segunda vuelta electoral presidencial en Perú y el conteo es tan ajustado que aún no hay un vencedor claro.

Con alrededor del 96% de los votos escrutados, el izquierdista Pedro Castillo lleva la delantera y Keiko Fujimori espera un milagro, especialmente por los votos que llegan del exterior.

Para Gustavo Gorriti, director del portal IDL-Reporteros (una publicación de periodismo de investigación), hasta el martes todavía no era definitiva la victoria de Castillo, porque había una diferencia muy corta (alrededor de 70.000 votos) y matemáticamente Fujimori aún podía dar la sorpresa, faltando más del 3% de un padrón de 25 millones de personas; además de que hay actas impugnadas y, dependiendo de si son declaradas válidas o no, eso también puede influir. Sin embargo, se esperaba que ya en la tarde-noche del martes o el miércoles se alcanzaría un punto matemático de no retorno.

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Respecto a las denuncias de fraude que hace Fujimori, basándose en las actas impugnadas, Gorriti menciona que ya misiones de observación internacionales han dicho que el proceso ha cumplido con todas las normas nacionales e internacionales para determinar que un proceso es limpio. Además de que la organización Transparencia, que es un grupo independiente, coincidió con los observadores.

“La impugnación de actas es algo completamente legal, y luego se resuelve en dos instancias diferentes independientes, en poco tiempo y de forma abierta. De tal manera que, si la impugnación ha sido superficial e incorrecta, se computan de inmediato los resultados de dicha acta. Hablar por la impugnación de las actas de que hay un fraude es ciertamente una exageración que no ha sido apoyada”, afirma Gorriti.

Precisamente, Elena Nájera, consejera del Consejo Nacional Electoral del Ecuador, fue parte de la misión de observación de la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore) y comenta que todo se llevó correctamente y no conocieron más incidencias que los problemas al inicio para conformar las mesas.

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Nájera añadió que la conformación de la estructura del jurado nacional electoral en Perú es muy buena y da mucha confianza del proceso.

Antifujimorismo, clave en las elecciones

Para Juan Francisco Durán, politólogo y profesor de la Pontificia Universidad Católica de Lima, la capital, que es un tercio del padrón, es un bastión fujimorista aún, y Castillo tiene su voto duro en todo la sierra, en los sectores más pobres.

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“Esta división refleja satisfacción con el modelo económico de un área del país y una insatisfacción en otra área del país, principalmente sierra y en el sur, una zona históricamente dispuesta a considerar candidatos reformistas y radicales”, dice Durán.

Añade que dentro de los votantes de Castillo está el voto anti-Keiko, pero no es tan grande como el voto que se unió a ella por la campaña de temor al socialismo o al comunismo.

Para Gorriti, sin dudas el voto antifujimorista ha mostrado una consistencia capaz de inclinar el curso de una elección. “Ahora, yo diría que en el caso de Castillo no es solo el antifujimorismo, porque hay una diferencia muy marcada en los patrones de votación geográfica. En los Andes peruanos, sin ninguna excepción, la votación ha sido a favor de Castillo, y en algunos casos de forma abrumadora, de más de 80%”.

Pese a que durante la campaña se observó una gran campaña de miedo contra el socialismo y el comunismo, acusando a Castillo de seguir esta línea, en Perú no se verían cambios radicales, aunque es cierto que dentro de Perú Libre hay gente de izquierda radical, pero la votación no va en ese sentido y él no va a tener ninguna posibilidad de hacerlo, pues tendrá mayoría contraria en el Congreso y hay por lo menos un 50% de la población que estaría en total desacuerdo, sin considerar que mucha gente que votó por él tampoco lo apoyaría.

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“Es muy probable que haya medidas muy orientadas a sectores más pobres del país, especialmente los más golpeados por la tremenda crisis que originó la peste (la pandemia), pero eso es lo que cualquier buen Gobierno debería hacer. Entonces, yo no creo que vaya a haber eso (medidas radicales), lo que sí creo es que Castillo va a tener un problema de poder establecer una Administración coherente, que sea lo suficientemente representativa como para poder llevar a cabo una gobernabilidad, que va a estar muy condicionada por las otras fuerzas políticas en el Congreso y también por la opinión pública. Va a tener que mover sus fichas con mucho cuidado... Es una interrogante lo que va a suceder”, dice Gorriti, quien agrega que Castillo se comprometió a cambiar las Constitución mediante los mecanismos legales vigentes, lo cual requeriría un proceso largo.

Perú va a entrar a una especie de empate que durará cinco años, hasta que comience otro partido, según Durán, para quien la inestabilidad política del último periodo con cuatro presidentes generó un panorama electoral muy complicado, porque se polarizó el país entre el Ejecutivo y el Legislativo, y al mismo tiempo creció un rechazo muy fuerte a los partidos tradicionales, complicando el modelo político. Algo que, sumado a la pandemia, acrecentó un rechazo al modelo económico. “Así llegamos a la elección”.

“Por lo tanto, se configura una situación muy difícil que va a exigir al candidato ganador, si no quiere seguir dividiendo al país, algún mecanismo de diálogo o espacio de coordinación para, por lo menos, avanzar en ciertos aspectos. Una situación muy complicada”, afirma Durán. (I)

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