Malik Ibrahim perdió a gran parte de su familia. Hoy siente que se apaga la luz de la esperanza. Anudando en su garganta las lágrimas, se unió a las labores de salvamento, búsqueda y rescate de víctimas en Siria, tras el terremoto con epicentro en Turquía. Él busca desesperadamente a 30 parientes.

Su historia la recoge la agencia AFP, que decribe cómo este hombre lleva dos días levantando piedras y todo tipo de escombros en busca de tíos y primos.

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De momento, y con ayuda de vecinos y rescatistas, ya logró retirar diez cadáveres de las ruinas en el pueblo de Besnaya, cerca de la frontera con Turquía.

El desolador espectáculo de las casas destruidas contrasta con la serenidad de los olivares vecinos.

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A este hombre lo animan los recuerdos que guarda de tantos momentos compartidos con su familia, a la que, con gran dolor lamenta que no verá más.

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Sobreviviente del terremoto de Siria lamenta que su familia entera haya muerto

Malik, enfundado en una chaqueta negra, retira los cascotes (escombros) uno a uno, con ayuda de una pala o con sus propias manos, protegidas apenas con guantes.

Busca a su tío, a su primo, y a sus familias respectivas. Todos ellos quedaron sepultados bajo el techo y las paredes de su edificio, convertido ahora en un amasijo de escombros coronados de paneles solares.

Malik Ibrahim, de chaqueta y guantes azules, se unió a las labores de búsqueda, salvamento y rescate. Foto: OMAR HAJ KADOUR

“Se ha ido una familia entera. Es un exterminio”, describe Malik. Su cara está lívida y recubierta de polvo.

A medida que levanta escombros, “este hombre de 40 años pierde la esperanza y se deshace en lágrimas”.

Cada vez que sacamos un cadáver me acuerdo de los buenos momentos que pasamos juntos; reíamos y hacíamos bromas, señala.

“Pero eso ya no volverá a ocurrir. Estamos separados. Ellos están en el más allá y nosotros aquí. No nos veremos más”.

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Logró salvarse junto a su esposa e hijos

A las 04:17 de la madrugada del lunes 6 de febrero la vida les cambió totalmente a sirios y turcos. El terremoto los sacó con furia de sus camas. Muchos pudieron ponerse a resguardo. Miles quedaron bajo los escombros de edificios y viviendas colapsadas.

Ese lunes, Malik, su mujer y sus ocho hijos pudieron salir de su casa en la ciudad de Idlib. Bajo una lluvia torrencial, “se sintió aliviado de seguir con vida, así como su mujer y sus hijos”.

Pero poco después supo que su gente, radicada en Besnaya, había corrido una suerte bien distinta.

“Es una catástrofe”

Con ganas de ayudar y hallar a sus parientes, se movilizó al pueblo golpeado duramente por el seísmo.

A unos 40 kilómetros de su casa, dice que desde entonces no ha vuelto a dormir. “Quedan veinte personas bajo los escombros. No tengo palabras, es una catástrofe. Somos un pueblo siniestrado en todos los sentidos de la palabra”.

Nuestros recuerdos están enterrados con ellos.

Sobreponerse a las adversidades

La vida de Malik Ibrahim no ha sido fácil. Cuenta a la prensa que hace años se vio obligado a salir de su domicilio anterior para refugiarse en Idlib, “a causa de la guerra civil que desde el año 2011 dejó alrededor de medio millón de muertos”.

Doce años después, la fuerza de la naturaleza, convertida en terremoto, asola los cimientos de su familia. La esposa y sus hijos han de abrigarlo para tratar de seguir adelante.

Para este jueves 9 de febrero, la esperanza de encontrar más supervivientes se desvanecía en las zonas afectadas por el potente terremoto en Turquía y Siria, uno de los más mortíferos en décadas en la región, con más de 17.500 fallecidos.

(I)

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