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La vacuna supera la dificultad de llegar a pueblos y comunidades aislados

Alejados poblados de Colombia, Japón y Sudán, entre otros, ya están recibiendo la inmunización gracias a iniciativas humanitarias.

El médico Sergen Saracoglu (izquierda, abajo) y la enfermera Yilzdiz Ayten (centro) del equipo de vacunación del hospital público de Bahcesaray, llegan a la aldea de Guneyyamac en el este de Turquía, como parte de un expedición para vacunar a los residentes de 65 años o más con la vacuna CoronaVac Covid-19 de Sinovac. (AFP) Foto: -- BULENT KILIC

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En algunas zonas periféricas del planeta o de difícil acceso, la campaña de vacunación apenas ha comenzado. En otras, los habitantes ni siquiera han recibido esta llave maestra que les permitiría pasar página a la pandemia.

En menos de cinco meses se han administrado mil millones de dosis de vacunas anticovid en todo el mundo, pero la mayoría de ellas se han inyectado en los países más ricos. Sin embargo, sí existen registros de la llegada de la inmunización a poblados lejanos.

Por ejemplo, la profesional de la salud Raimunda Nonata, de 70 años, fue inoculada con la vacuna CoronaVac, de Sinovac Biotech, contra COVID-19 dentro de su casa, el 19 de enero anterior, convirtiéndose en la primera quilombola (miembro tradicional del pueblo afrodescendiente) en ser inmunizada en la comunidad. Quilombo Marajupena, ciudad de Cachoeira do Piria, a 260 km de Belem, capital de Pará, no tiene acceso a electricidad, pero ya tiene una parte de su población inoculada.

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Olga D'arc Pimentel, de 72 años, es vacunada con una dosis de la vacuna de Oxford-AstraZeneca en la comunidad Nossa Senhora Livramento, a orillas del río Negro, cerca de Manaos, estado de Amazonas, Brasil. (AFP) Foto: -- MICHAEL DANTAS

Otro caso involucra a la aldea de Guneyyamac, en el este de Turquía, adonde llegó una expedición para inmunizar a los residentes de 65 años o más con la vacuna CoronaVac, de Sinovac, de China. La población de Turquía de más de 83 millones se extiende por Europa y Asia y cubre un terreno aparentemente inexpugnable. El esfuerzo de vacunación con esa fórmula comenzó con una explosión a mediados de enero cuando Turquía inoculó a más de un millón de personas en la primera semana. Pero se ralentizó considerablemente cuando los médicos abandonaron las grandes ciudades e intentaron llegar a lugares montañosos como Imamli y Ozbeyli, dos aldeas étnicamente kurdas de unos pocos cientos de pastores y agricultores cada una.

El médico Akay Kaya (derecha) del hospital público de Bahcesaray, habla con los habitantes de la remota aldea de Guneyyamac en el este de Turquía, como parte de un viaje para vacunar a los residentes de 65 años. o más con la vacuna Sinovac CoronaVac Covid-19, el 15 de febrero de 2021. (AFP) Foto: -- BULENT KILIC

A continuación tenemos más casos:

Los campesinos de Colombia

En las zonas rurales de Colombia a veces reina la desconfianza. Por ejemplo, en Cauca (suroeste), los campesinos de la comunidad Misak prefieren los remedios tradicionales a base de hierbas y los consejos de los líderes religiosos.

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El enfermero indígena colombiano Anselmo Tunubala vacuna a una adulta mayor de la etnia misak con la primera dosis de Sinovac, en Silvia, Cauca, Colombia. (AFP) Foto: -- LUIS ROBAYO

El enfermero Anselmo Tunubala, de 49 años, recorre los senderos montañosos de la región a pie y en moto para proponer la vacuna a los mayores de 70 años, pero a veces se topa con la resistencia de los habitantes. Él se esmera en presentar el producto: “Sinovac”, precisa. La vacuna china.

La campaña de vacunación progresa lentamente en Colombia. Solo 4,1 millones de personas (de 50 millones de habitantes) recibieron una dosis única en dos meses. Aun así el Gobierno confía en haber inmunizado al 70% de los colombianos para fin de año.

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En las montañas japonesas

A falta de tres meses para los Juegos Olímpicos, solo el 1% de la población japonesa ha recibido las dos dosis de la vacuna anticovid. Muy por detrás de los otros países desarrollados, Japón comenzó a inmunizar al comienzo de la semana, con cautela.

En la región montañosa de Nagano (norte), rodeada de picos nevados, el pueblo de Kitaaiki (700 habitantes) ha recibido una caja de dosis de Pfizer-BioNTech, suficiente para vacunar a los mayores de 65 años.

Trabajadores de la salud visitan a Kakino Yamaguchi (izq.) Para inocularla con la vacuna contra el coronavirus Pfizer-BioNTech Covid-19 en su casa en la aldea de Kitaaiki en la prefectura de Nagano, el 21 de abril de 2021. (AFP) Foto: -- KAZUHIRO NOGI

El único médico, el doctor Kazuhiko Matsuhashi, pone unas sesenta vacunas al día.

Cuando sus pacientes no pueden desplazarse a la clínica, él va a sus casas en su pequeña camioneta blanca. Acudió a la de Kakino Yamaguchi, que a sus 93 años vive sola.

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“Este médico me lleva atendiendo desde hace tanto tiempo que no me preocupaba nada la vacuna. Confío en él”, comenta riéndose mientras se remanga la ropa en el brazo enjuto.

En un dispensario de Sudán

El norte de Sudán con frecuencia carece de todo, pero las vacunas han llegado. El dispensario de Seer, a unos 40 km de Dongola, ha recibido su lote.

Gracias al programa Covax, una asociación público-privada dirigida por la ONU para ayudar a los países más pobres, la campaña de vacunación se lanzó en Sudán el mes pasado.

Se han asignado 3.000 dosis de AstraZeneca a este estado del norte y se ha formado al personal, sobre todo para vigilar posibles complicaciones, explica Mosaab Mohammed, director general del Ministerio de Salud del estado del norte.

“Las vacunaciones comenzaron sin dificultades en el hospital, aquellos que las recibieron no presentaron complicaciones”, confirma el doctor Modather Salah Al Haje. (I)

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