La vida de Jemma Lille estuvo marcada por el abuso sexual perpetrado por su propia madre cuando solo era una niña de cinco años. Y aunque su padre se divorció y logró la custodia de sus hijos, poniendo fin a esos días, ya el daño estaba hecho, convirtiéndola en una adolescente que le fascinaba las historias de terror que veía en las películas.