Pese a que se encuentra a 6.000 kilómetros de su país administrativo, Guayana Francesa ha recobrado una mayor relevancia en las últimas semanas.
Esto se dio por las polémicas declaraciones del ministro de Justicia de Francia cuando visitó el territorio de ultramar a mediados de mayo.
Gérald Darmanin había al periódico Le Journal du Dimanche (JDD) que se plantea construir una prisión de alta seguridad en el territorio donde se enviarían a vinculados al crimen organizado y extremistas islámicos.
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Se prevé que la inversión ronde los 400 millones de euros y que albergue a unas 500 personas, con distintas alas de seguridad.
La prisión podría estar lista para el 2028 y se ubicaría a siete kilómetros de la frontera con Surinam, en la selva amazónica, en la región de Saint-Laurent-du-Maroni.
Ese fue un puerto de entrada para la colonia penal en la Isla del Diablo.
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Con esto se pretende también atacar al inicio de la “ruta de la droga”.
Si bien, los habitantes de Guayana Francesa tienen derecho al voto así como acceso al sistema de seguridad social, ha sido relegado históricamente como una colonia penal.
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Durante muchos años se acogió a presos enviados desde el continente europeo.
De acuerdo con BBC, varios activistas han planteado que la decisión es retomar un periodo oscuro en el que solo se plantea a la colonia como un refugio para criminales.
“Trasladar a delincuentes de gran nivel a Guayana, personas que Francia no quiere, nos lleva a un pasado terrible, doloroso y lleno de sufrimiento”, dijo un diputado. (I)