Con el repicar de campanas de fondo en la plaza de San Pedro, el papa León XIV canonizó este domingo al médico José Gregorio Hernández y a la monja Carmen Rendiles, los dos primeros venezolanos en ser proclamados santos.
El país caribeño recibió el momento con una verdadera fiesta. Miles de personas pasaron la noche en vela en Caracas y celebraron el momento con vítores, lágrimas, risas y fuegos artificiales.
“Es una bendición para el país”, dijo a AFP Yesenia Angulo, que siguió la misa por una pantalla gigante frente a la Iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria, donde reposan las reliquias del ya santo José Gregorio.
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“Son dos santos en un mismo día para un país que ha atravesado una situación bien difícil”, dijo la creyente de 63 años, que atribuye al doctor el curarse de un cáncer.
Junto con los dos venezolanos, el pontífice canonizó a un antiguo “sacerdote satánico” italiano, al primer santo de Papúa Nueva Guinea, a un obispo armenio y a dos monjas italianas.
En la soleada plaza de San Pedro se desplegaron enormes retratos de los siete cuando el papa estadounidense-peruano salió de la basílica con una ceremonial sotana blanca.
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“Precisamente hoy están ante nosotros siete testigos, los nuevos santos y las nuevas santas, que con la gracia de Dios han mantenido encendida la lámpara de la fe”, afirmó el papa.
El cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio para las Causas de los Santos, leyó en voz alta los perfiles ante los aplausos de las 55.000 personas reunidas en el Vaticano.
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Después, León XIV leyó la fórmula de canonización, el decreto con el que se les declara oficialmente santos.
“Unirnos todos en la fe”
Venerado ya desde mucho antes en los altares de Venezuela, José Gregorio Hernández Cisneros nació en 1864 en las montañas de la pequeña población andina de Isnotú, estado Trujillo, en un país entonces rural.
Tras viajar a Caracas para estudiar, se graduó de médico en 1888. Fundó la Academia Nacional de Medicina y combatió la mortífera epidemia de gripe española, que mató al 1 % de la población del país.
De bigote y expresión serena, vestido con impecable traje, corbata y sombrero, el milagroso doctor atendió en vida de forma gratuita a pacientes pobres y, si hacía falta, les daba dinero para medicinas.
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Fallecido en 1919, su imagen está tatuada en la cultura popular de Venezuela, donde los más devotos no solo lo veneran, sino que imitan su vestimenta como un acto de fe.
Por su parte, Carmen Elena Rendiles fue una monja nacida en 1903 sin brazo izquierdo que superó su discapacidad para fundar la Congregación de las Siervas de Jesús, antes de su muerte en 1977.
La doble canonización, aprobada por el papa Francisco antes de morir, se siguió con fervor en Venezuela.
Los fieles se reunieron en plazas arropados con banderas y luciendo estampas y camisas con imágenes de los ahora santos.
“Queremos unirnos todos en la fe”, agregó María José Núñez, una contadora pública de 55 años.
La iglesia de La Candelaria ofreció misas y oraciones durante toda la noche y el párroco sacó en procesión al santísimo sacramento y las reliquias de san José Gregorio.
Más de 20 obras fueron inauguradas en todo el país en honor del “médico de los pobres”.
Un gran mural con su cara fue pintado en la barriada más grande de Venezuela, Petare, y su rostro sereno puede verse desde la principal autopista de Caracas.
El “sacerdote satánico”
De los siete nuevos santos de este domingo, tres son mujeres.
Además de Rendiles, fueron canonizadas Vincenza Maria Poloni, fundadora en el siglo XIX del Instituto de las Hermanas de la Misericordia de Verona, y Maria Troncatti.
Esta monja de las Hijas de María Auxiliadora llegó en la década de 1920 a Ecuador para dedicar su vida a ayudar a la población indígena del país.
Por su parte, el abogado italiano Bartolo Longo (1841-1926) pasó por una etapa ocultista y profundamente anticlerical en su juventud, pero luego se reincorporó a la fe católica.
Los otros dos canonizados murieron asesinados: el catequista Peter To Rot durante la ocupación japonesa de Papúa Nueva Guinea en la Segunda Guerra Mundial y el armenio Ignazio Choukrallah Maloyan por las fuerzas turcas en 1915. (I)