Un nuevo estudio científico sugiere que el Triángulo de las Bermudas no es el mayor misterio asociado a esta región del Atlántico. Investigadores creen haber identificado la razón por la que Bermuda no se hundió tras la inactividad de sus volcanes hace más de 30 millones de años, un comportamiento inusual para islas volcánicas oceánicas.
La investigación, publicada en la revista Geophysical Research Letters, fue liderada por el sismólogo William Frazer, de Carnegie Science, y Jeffrey Park, de la Universidad de Yale.
El equipo analizó las ondas sísmicas de 396 terremotos lejanos, lo suficientemente potentes como para atravesar la Tierra y permitir una imagen detallada del subsuelo bajo Bermuda, hasta una profundidad de unos 50 kilómetros.
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Scientists have found a strange rock layer beneath Bermuda that may explain why the islands sit on an unusually high patch of seafloor long after their volcanism ended.#bermuda #geology #seafloor
— The American Geographical Society (@AmericanGeo) December 15, 2025
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Normalmente, cuando un volcán deja de estar activo, la placa tectónica se aleja del punto caliente del manto, la corteza se enfría y el volcán comienza a hundirse gradualmente. Sin embargo, los científicos descubrieron una capa de roca inusualmente gruesa y menos densa justo debajo de la corteza oceánica de Bermuda, que estaría actuando como una especie de soporte natural.
“En condiciones normales, después de la corteza oceánica se encuentra directamente el manto”, explicó Frazer. “Pero en Bermuda hay otra capa incrustada dentro de la placa tectónica sobre la que se asienta la isla”.
Bermuda se encuentra sobre una elevación oceánica, donde la corteza es aproximadamente 500 metros más alta que el fondo marino circundante. Según los investigadores, una posible explicación es que antiguas erupciones volcánicas hayan inyectado material del manto en la corteza, que luego se solidificó y formó una estructura similar a una balsa, capaz de mantener la isla elevada.
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Park señaló que parte del magma pudo haberse acumulado bajo la corteza sin llegar a erupcionar, formando con el tiempo una masa rocosa densa, mientras que otros procesos, como la modificación química del manto superior o la infiltración de agua marina, podrían haber contribuido a dejar un residuo más ligero.
Aunque los volcanes de Bermuda llevan 31 millones de años inactivos, la elevación oceánica no ha colapsado. Para Sarah Mazza, geóloga del Smith College que no participó en el estudio, el material remanente del antiguo volcanismo sigue ayudando a sostener la isla como una zona de alto relieve en el Atlántico.
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Ahora, Frazer planea investigar otras islas del mundo para determinar si este fenómeno es exclusivo de Bermuda o si existen estructuras similares en otros puntos del planeta, lo que podría ayudar a comprender mejor los procesos normales y extremos que moldean la Tierra. (I)




