Ningún lugar conserva la esencia de la URSS como la moldava Transnistria, que luce con orgullo la hoz y el martillo, y donde treinta años después la figura de Lenin sigue presidiendo los principales edificios estatales.
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Este territorio se mantuvo fiel a la URSS hasta el último momento (1991), cuando las quince repúblicas soviéticas ya habían roto lazos con Mijaíl Gorbachov.
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Ningún lugar conserva la esencia de la URSS como la moldava Transnistria, que luce con orgullo la hoz y el martillo, y donde treinta años después la figura de Lenin sigue presidiendo los principales edificios estatales.
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Hoy lo veo emprendiendo un reto enorme en la política: cruzar por el pantano sin mancharse.
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