Por Luis Pástor Herrera
CEO de Advance Consultora
De cara al 2026, la reputación corporativa dejará de ser un atributo complementario de la gestión empresarial para consolidarse como un activo estratégico central, con impacto directo en la competitividad, la sostenibilidad del negocio y la legitimidad social de las organizaciones.
Publicidad
Estas operarán en un entorno marcado por la hipertransparencia, la presión social creciente, la digitalización de la opinión pública y una ciudadanía cada vez más informada.
En este contexto “estar bajo el ojo público” no significa tener visibilidad mediática, sino construir una visibilidad basada en coherencia, credibilidad y consistencia.
Las organizaciones que logren una reputación sólida serán aquellas capaces de demostrar con hechos verificables que generan valor económico sostenible, impacto social positivo y una gestión responsable de sus operaciones.
Publicidad
La reputación será, más que nunca, el reflejo de la calidad integral de la empresa.Desde la perspectiva de Merco, el 2026 marcará una etapa de madurez en la gestión reputacional. Ya no bastará con comunicar bien; será imprescindible gestionar bien.
En este escenario, se profundizarán cinco dimensiones clave que determinarán el posicionamiento reputacional de las compañías.
Publicidad
En primer lugar, la gobernanza corporativa y la ética empresarial se consolidarán como la base de la reputación. Los stakeholders evaluarán con rigor la transparencia, integridad de los líderes, calidad de los órganos de gobierno y coherencia entre el discurso y decisiones estratégicas.
Las empresas que no cuenten con sistemas sólidos de gobernanza y cumplimiento enfrentarán riesgos reputacionales crecientes y difíciles de revertir.
En segundo lugar, el propósito corporativo deberá ser accionable. En 2026, las organizaciones mejor valoradas serán aquellas capaces de traducir su propósito en políticas, procesos y decisiones concretas.
El propósito dejará de ser una declaración aspiracional para convertirse en un criterio real de gestión e innovación.Un tercer eje crítico será la gestión avanzada de stakeholders.
Publicidad
La reputación se construirá cada vez más desde la calidad del vínculo con colaboradores, clientes, proveedores, comunidades, reguladores y formadores de opinión. La escucha activa, el diálogo permanente y la capacidad de respuesta oportuna serán factores diferenciales para sostener la confianza.
En cuarto lugar, el talento y la marca empleadora ocuparán un rol central. Las empresas competitivas en 2026 serán aquellas percibidas como lugares atractivos para trabajar, con liderazgo confiable, oportunidades de desarrollo y culturas organizacionales coherentes.
La reputación interna y externa tenderán a converger, amplificadas por plataformas digitales y redes profesionales.
Finalmente, la sostenibilidad y el impacto real serán evaluados por resultados y no por intenciones. Los criterios ambientales, sociales y de gobernanza deberán estar integrados al modelo de negocio, con métricas claras y reportes rigurosos. El greenwashing o el social washing serán penalizados por la opinión pública.
Para mejorar su reputación de cara a 2026, las empresas deben actuar desde hoy en tres niveles. Primero, realizar diagnósticos reputacionales integrales que les permitan comprender cómo son percibidas y dónde existen brechas críticas.
Segundo, integrar la reputación en la estrategia corporativa, alineando cultura, liderazgo y desempeño. Tercero, fortalecer la gestión preventiva del riesgo reputacional, anticipándose a crisis y escenarios de alta exposición.
Desde su rol técnico y metodológico, Merco continuará evolucionando en 2026 para acompañar a las empresas en este desafío. (O)






















