En un rincón de la cordillera occidental de los Andes, metida entre las montañas, está Nono. En las épocas de lluvia, como la de ahora, la niebla nunca se va. Sube espesa por las mañanas a la colina y desciende implacable al atardecer. Una llovizna casi permanente amenaza que en cualquier momento el aguacero puede caer. Así estaba Nono la mañana de este domingo de carnaval, con un cielo gris.