“Decían que si un político lograba llenar esta plaza, candidato a alcalde o presidente, tenía la seguridad de que ganaba, porque creo que no hay otra plaza más grande que la que existe aquí”. Mientras camina ayudado por un bastón, el padre franciscano Fernando Pozo, de 91 años, recuerda todas las anécdotas vividas en el convento e iglesia de San Francisco, un complejo religioso ubicado en el centro histórico de Quito y en donde todavía preside varias misas.