En una pared de aproximadamente veinte metros de largo, en plena calle Loja, en el centro de Guayaquil, se observa lo que queda de los grafitis alusivos al caso de los cuatro niños de Las Malvinas.

Restos de color, líneas a medio borrar y nombres que apenas sobreviven al rasqueteo cuentan la historia de una intervención que fue concebida como un acto colectivo de memoria y denuncia.

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Las piezas artísticas fueron elaboradas por el Escuadrón Gráfico por la Memoria, un grupo conformado por exestudiantes de la Universidad de Bellas Artes, cineastas y estudiantes de artes escénicas, quienes hoy cuestionan y piden respuestas al Municipio de Guayaquil sobre por qué se ha borrado y “silenciado” el grito de lucha y resistencia que habían plasmado allí.

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María Fernanda López, docente de la Universidad de Bellas Artes y una de las voces del colectivo, contó que el trabajo se realizó en jornadas que comenzaban a las seis de la tarde y se extendían hasta la una de la madrugada.

“Nos tomó alrededor de tres días completar toda la pared. Lo terminamos el 8 de abril de 2025”, indicó.

Explicó que no se trató únicamente de un ejercicio artístico, sino de un impulso ciudadano nacido de la conmoción que produjo el crimen de los cuatro niños.

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“A nosotros nos conmovió terriblemente ese caso. Lo hicimos como ciudadanos independientes por esta cosa tan terrible que pasó. Entonces, nos tomamos esa pared y pusimos el nombre de los cuatro pequeños. Decía: ‘Justicia por los cuatro de Las Malvinas’”, recordó.

Sin embargo, en agosto de este año el colectivo notó que la pintura empezaba a ser raspada.

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Primero fueron pequeñas marcas, luego grandes parches despintados que dejaron al descubierto el concreto, y luego fue pintado de un solo color.

“Nos dimos cuenta de que estaban borrando los mensajes. ¿Qué está pasando? ¿Quién manda a borrar toda esta memoria urbana?”, expresó María Fernanda.

Para el colectivo, la pared no solo representaba un espacio físico, sino un lugar simbólico de duelo y de reclamo.

“Este muro no le hace daño a nadie. No son mensajes obscenos. Era una cromática muy bonita y mucha gente se tomaba fotos allí”, enfatizó López.

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La intervención incluía nombres y frases como “¿Dónde están?” y “Justicia por los cuatro”, así como trazos que buscaban mantener viva la memoria de Ismael, Josué, Saúl y Steven.

Para los artistas, el muro era un recordatorio constante de que el caso sigue sin una sentencia firme.

También, para ellos el borrado revela una incomprensión profunda de lo que significa la cultura urbana para la sociedad.

“El tema de la cultura urbana aquí en Guayaquil tiene un estigma terrible. La gente piensa que es algo de pandilleros y drogadictos. Pero estas piezas gráficas fueron hechas por personas comprometidas con el arte y con la cultura y, sobre todo, con hacer conocer el caso de los chicos de Las Malvinas”, enfatizó María Fernanda, en representación del grupo activista.

Señaló que el acto de pintar la pared fue también una manera de procesar la impotencia colectiva ante un crimen que califican como atroz.

¿Cómo no rayar las paredes de todo el mundo con este crimen tan atroz? El contexto es ese: la insatisfacción colectiva y la impotencia por estos niños que han muerto. Y además un sentimiento de manifestar lo que está pasando en el país”, añadió la docente.

En la pared de la calle Loja, centro de Guayaquil, aún perduran los nombres de Saúl y Steven. Foto: Carlos Barros

Colectivo pide conservar el muro como lugar de resistencia

La calle Loja, en el centro de la ciudad, ha sido desde hace años un punto de referencia para artistas nacionales y extranjeros.

Según el colectivo, decenas de intervenciones han pasado por ese muro, convirtiéndolo en una especie de galería abierta que dialoga con los transeúntes y refleja los temas que atraviesan a la ciudad.

También aparece la preocupación por el futuro de ese espacio.

El grupo de artistas teme que, si la pared continúa siendo intervenida por quienes están borrando las obras, se pierda un lugar que para la comunidad artística y para la ciudadanía tiene un valor importante.

El pedido del colectivo es que no le quiten el espacio de la pared en la calle Loja y Rocafuerte. Es un espacio que para nosotros es importante porque a través del arte plasmamos lucha y resistencia”, concluyó María Fernanda López.

Con los nombres de Saúl y Steven aún completos, pero los de Ismael y Josué ya desaparecidos, el colectivo teme que el mensaje se diluya también en la conciencia pública.

Por eso, insisten en visibilizar lo ocurrido y en defender el derecho de la comunidad a expresarse mediante el arte urbano. (I)