La desaparición del joven farmacéutico chileno Francisco Albornoz, de 21 años, ha dado un vuelco tras la confesión de un médico ecuatoriano y la detención de un segundo implicado, quienes ya se encuentran bajo prisión preventiva.

Francisco fue reportado como desaparecido el pasado 23 de mayo. Su última aparición registrada fue en el ascensor de su edificio en Santiago.

Luego de varios días sin novedades, el 4 de junio se confirmó el hallazgo de su cuerpo en las cercanías del río Tinguiririca, en la región de O’Higgins, a más de 140 kilómetros de su domicilio.

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El descubrimiento se produjo gracias a la declaración voluntaria del médico Christian G., de 31 años y nacionalidad ecuatoriana, quien se presentó junto a su abogado en la Fiscalía de Ñuñoa.

Christian G. no solo entregó detalles cruciales sobre el paradero del cadáver, sino que además apuntó directamente a un segundo involucrado: José B., un chef chileno de 41 años.

Este último fue detenido la noche del mismo día en su vivienda en la comuna de Codegua, donde la policía incautó posibles pruebas tras sospechas de destrucción de evidencia.

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Según las primeras investigaciones, Albornoz habría concertado un encuentro con ambos hombres, a través de una app de citas. Diversos reportes sostienen que los tres permanecieron juntos en un departamento donde consumieron sustancias ilícitas.

En ese contexto, la víctima sufrió una aparente crisis de salud. Christian G. relató que presenció a Francisco convulsionando sobre una cama, y que recomendó llamar a una ambulancia, pero José B. se negó a contactar servicios médicos por temor a ser descubierto.

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Borraron la evidencia

El relato del médico detalla un escalofriante intento por encubrir lo ocurrido. Según sus declaraciones, fue José B. quien ideó el plan para ocultar el cuerpo. Lo envolvieron con un cobertor oscuro y luego lo trasladaron hasta una zona alejada para deshacerse de él. Durante ese trayecto al sur del país, se detuvieron en una tienda donde Christian G. compró algunas bebidas y un tubo de papas fritas.

El testimonio se tornó aún más impactante al conocerse cómo se intentó eliminar evidencia. Christian G. señaló que su acompañante utilizó el tubo de las papas para incinerar el teléfono celular de Albornoz, usando una roca para posiblemente destruirlo antes.

Este acto habría ocurrido al costado de la Ruta 5 Sur, a la altura de una caseta de emergencia.

“Me subí a mi auto y manejé por la carretera hacia el sur. José B. encendió el tubo de las papas fritas. Me estacioné cerca de una caseta de SOS de color azul y José B. quemó el tubo y dentro de dicho tubo estaba el celular de Francisco", dijo Christian G.

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La Fiscalía continúa con las diligencias del caso. Las autoridades han recalcado que, pese a las detenciones, la investigación sigue abierta y no se descarta la aparición de nuevos antecedentes.

La familia de Francisco Albornoz, en tanto, exige justicia y transparencia en un caso que ha sacudido a Chile. (I)