La desesperación por obtener un balde de agua crece en el sur de Quito. La emergencia por la rotura de la tubería en el sector de La Mica ha producido incertidumbre y miedo en la comunidad, que espera poder volver a tener el suministro el siguiente fin de semana.
Extensas filas de más de 30 personas se formaban en un sector de La Ecuatoriana y Rumihúrco para obtener el líquido vital de tanqueros y de una tubería improvisada en una antigua piscina comunitaria.
A lado de una cancha de fútbol barrial, un tanquero empezó a repartir el servicio. Allí se encontraba Mercedes Gualo, de la tercera edad, quien no pudo acercarse con sus nietos, debido a fuertes infecciones que presume son por el agua recolectada.
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“El fin de semana recolectamos agua en una vertiente doblando la esquina, cocinamos y al otro día mis nietos estaban con vómito, diarrea y con fuertes dolores de estómago. Puede ser por el agua”, explicó la ciudadana.
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Ella apuntó que la emergencia tiene consecuencias graves, como las enfermedades, porque ante la desesperación, la gente no tiene más remedio que utilizar el agua disponible.
Silvia Rosero, por su parte, hacía fila entre la maleza, el lodo y terrenos abandonados para lograr llenar dos botellones y tres botellas retornables de gaseosa.
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Ella indicó que en su casa viven siete personas y con un tanque no se abastecen todos sus familiares, y en los tanqueros ya no pueden llenar más recipientes, por lo que es necesario buscar sitios periféricos para obtener agua.
“No queda de otra. Tenemos que, de algún modo, llenar la mayor cantidad de recipientes. Si no, ¿cómo nos bañamos o cocinamos?”, apuntó Rosero.
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Al ser consultada sobre la calidad del agua, añadió: “Mis dos hijos pequeños se enfermaron el domingo. Fue, quizá, por haber tomado el agua de otro sector similar. Me tocará desinfectar el agua antes de usarla”, manifestó la ciudadana.
Para ello, personal de la Secretaría de Salud inició inspecciones en diferentes zonas para evaluar la calidad del agua y su grado de potabilidad para ser consumida.
“Lo que queremos es que no aparezcan enfermedades gastrointestinales que pueden surgir porque no se están tomando las medidas preventivas necesarias”, señaló Verónica Tapia, doctora de la Secretaría de Salud.
Ella se paseó consultando con cada morador y tomando pequeñas muestras del líquido vital para verificar su procedencia.
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“Lo más probable es que el agua se contamine en el camino con heces fecales. Esto puede causar diarrea crónica y parasitosis intestinales”, contó la funcionaria.
Para poder desinfectar el líquido, la doctora recomendó hervir el agua, dejarla reposar por 5 minutos y beberla en un lapso de 24 horas. Si se pasa de ese tiempo, es mejor desecharla por los microorganismos que se pueden generar.
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“Otra opción es clorar el agua. En un litro ubicamos dos gotitas del cloro que tenemos en la casa y, después de 30 minutos, está lista para limpiar frutas, verduras o demás alimentos”, apuntó.
La población más vulnerable son los niños, sin embargo, si el agua está demasiado contaminada, puede afectar a personas adultas con la misma intensidad.
El alcalde Pabel Muñoz, en el enlace Frecuencia quiteña de este lunes, 14 de julio, aseguró que los trabajadores de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) y colaboradores especializados operan en el páramo del Antisana, a 4.000 metros de altura, de cero a -4 grados centígrados.
Además, indicó que el daño en la tubería es de 300 metros y los problemas para poder repararla se generan por el diámetro de 42 pulgadas y su altura, que llega hasta la cintura de una persona parada. (I)