Diciembre empezó con la cota del embalse de Mazar en su nivel máximo; sin embargo, con el paso de los días ha bajado, así como el caudal.

“De momento no hay que alarmarse. (...) Hay que tomar decisiones rápidas para prolongar la vida (cota) del embalse”, indica un experto energético. Días atrás, el Gobierno aseguró que Ecuador no está ante un escenario de racionamientos.

El 1 de diciembre, el nivel de Mazar se ubicó en 2.153 metros sobre el nivel del mar (m s. n. m.), que es lo máximo, y para este domingo, 28 de diciembre, a las 12:00 se registró en 2.141,59 m s. n. m., según el reporte de la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec).

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La reducción alcanza casi 12 metros. La cota mínima es de 2.098 m s. n. m. El embalse de Mazar es parte del Complejo Hidroeléctrico Paute Integral, conformado por las centrales Mazar, Paute Molino y Sopladora.

El pasado 16 de diciembre, la ministra de Ambiente y Energía, Inés Manzano, reconoció que el caudal ha variado, pero dijo que el nivel del embalse es óptimo: “No estamos ante un escenario de cortes energéticos”.

Ese día comentó que el embalse estaba en 2.148,78 metros, eso representaba que la energía almacenada alcanza el 85,51 % de su capacidad total, y afirmó que eso es una “buena noticia”, porque demuestra que el sistema eléctrico del país está sólido y preparado.

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“Lo que dijo la ministra es correcto, de momento no hay que alarmarse, o sea, no es que mañana vamos a estar complicados, pero hay que tomar decisiones rápidas para prolongar la vida (cota) del embalse lo más que se pueda y ojalá salvarlo para evitar apagones”, señala el experto energético Jorge Luis Hidalgo.

Añade que se tiene un número realmente preocupante en tema de lluvias y los caudales de entrada en Mazar más o menos están 10, 15, 20 metros cúbicos por segundo (m³/s) y deberían estar entre 100 m³/s y en época de lluvias por los 200 m³/s. “Tenerlo en 10 m³/s, en 15 m³/s es absolutamente alarmante”, afirma.

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Entre el 1 y el 28 de diciembre, el caudal promedio de Mazar se ha ubicado entre 13,57 m³/s y 80,98 m³/s, de acuerdo con el reporte de Celec.

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Hidalgo manifiesta que ahora el estiaje en Ecuador —que se inicia en septiembre y termina en marzo— es bastante marcado y esto puede distorsionarse, es decir, se puede adelantar, como ocurrió el año pasado —en agosto—, y también se puede retrasar, como se evidencia en 2025, cuando recién empieza a sentirse este mes.

Con el estado actual de los embalses considera que pueden durar unos dos meses más y si el pronóstico de lluvias se cumple no pasa nada, porque diciembre empezó con los embalses llenos.

Sin embargo, Hidalgo advierte que, si se mantiene un periodo extremadamente seco como el de este mes, en enero y febrero se tienen dos meses para aguantar, pero en marzo y abril se podría volver a una situación complicada. “(Además de que) nos queda una mala pasada lo de Progen y Austral”, expone, es decir, no se cuenta con la generación de 241 megavatios.

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Para Hidalgo, el Gobierno ha aplicado una estrategia diferente, mientras en años anteriores se priorizaba costo para despacho de generación, ahora se prioriza cuidar embalses. “Antes se despachaba lo más barato, incluso usando los embalses, porque el sistema de hidroelectricidad es más barato. Ahora prende todas las termoeléctricas, importa todo lo que puedas de Colombia y aprovechamos toda esa energía para tratar de no utilizar la reserva de acumulación de agua del embalse de las hidroeléctricas”, puntualiza.

Señala que, si bien con esa estrategia se cuidan los embalses, hay un costo que pagar, porque con el escenario actual los caudales son tan bajos que ya no alcanzan ni con todas las termoeléctricas ni con la energía importada, por lo que se debe consumir agua de los embalses para sostener la operación eléctrica del país.

“Por esa razón es doblemente preocupante, porque ahora estamos consumiendo el agua, ya bajó más, parece que 11 metros, 12 metros y con esto evidentemente empieza a generar una preocupación”, precisa.

En ese contexto, cree que es importante que la población comprenda sobre el diferencial tarifario de $ 598 millones para 2026. Dice que si a eso se agrega el cambio de estrategia, que la demanda de energía también se abastece con la compra a Colombia, el diferencial o déficit va a ser mayor.

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Comenta que se debe tener en cuenta que ese déficit no es solo cifra contable, sino que eso significa pago de dinero que tiene que salir de algún lado. ¿De dónde sale? Se pregunta y se responde: “Lamentablemente si hace sumas y restas sale de medicinas en los hospitales, infraestructura de colegios, energética o de carreteras, etcétera, y nos empobrece más”.

Ante este escenario, señala que a corto plazo el desafío es “cortar el desangre lo más rápido posible”. Para ello, considera que no es necesario eliminar subsidios, como el de la tarifa de la dignidad, pero recuerda que actualmente se mantienen subsidios eléctricos a las grandes mineras, lo que —a su criterio— debe replantearse.

Reconoce que con eliminar el subsidio, en este caso a las grandes mineras, “no se cura el paciente”. “Mientras más nos demoremos, estamos cayendo en una espiral negativa del fracaso. Entonces, necesitamos rápidamente curar el desangre y tratar de recomponer energéticamente el país con nuevos proyectos”, apunta.

A largo plazo, considera que se deben acelerar los procesos para autorizar nuevos proyectos de inversión privada: “Hay que agilizar procesos y poner más personal”. (I)