La peste negra fue una de las epidemias más devastadoras de la historia de la humanidad. Mató a decenas de millones de personas, aproximadamente entre el 30 y el 50 por ciento de la población europea en el siglo XIV y que alcanzó un punto máximo entre 1347 y 1353.

Cuando esta época es representada en series de televisión, películas, e incluso en libros educativos, es común ver que los médicos que atendían esta enfermedad llevaban un atuendo de apariencia siniestra: se tapaban de pies a cabeza, y llevaban una máscara que asimilaba el pico de un cuervo. ¿Por qué usaban estas máscaras picudas?

De acuerdo a National Geographic, el motivo de la existencia de estas máscaras picudas para la peste era una idea falsa sobre la mismísima naturaleza de esta enfermedad peligrosa.

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En ese entonces, antes de que se descubriera la teoría microbiana con la que se conocería cómo las enfermedades se propagan, se creía que la peste negra se esparcía por medio del aire, que podía generar desequilibrio en los humores (o fluidos corporales) de una persona.

Para protegerse, los galenos usaban este peculiar atuendo, un abrigo cubierto de cera aromática, la camisa metida en el pantalón, unos guantes de cuero de cabra, anteojos y una máscara con una nariz de quince centímetros en forma de pico de ave, en donde en la punta de la máscara se ponían hierbas y otros componentes para perfumar el aire que se respiraba.

Ilustración del atuendo de los médicos de la peste negra. Foto: Wikimedia Commons

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Se creía que los perfumes dulces y punzantes podían fumigar las zonas afectadas por la peste negra y proteger al portador de la máscara. Esta mezcla que era puesta en la punta del pico se denominaba triaca, una confección farmacéutica de más de 55 hierbas y otros componentes como carne de víbora en polvo, canela, mirra y miel.

Este uniforme se le suele atribuir a Charles de Lorme, un médico que atendía a muchos miembros de la realeza europea durante el siglo XVII, entre ellos el rey Luis XIII de Francia y Gaston d’Orléans, de la familia Médici. De Lorme creía que la forma picuda de la máscara daría al aire el tiempo suficiente para impregnarse de las hierbas protectoras antes de que la peste negra llegara a las fosas nasales y a los pulmones de los médicos.

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La causante de la peste es la Yersinia pestis, una bacteria transmisible de animales a humanos a través de las mordeduras de pulga, el contacto con fluidos o tejidos contaminados y la inhalación de gotitas infecciosas procedentes de la tos o estornudos de personas con esta enfermedad.

Si bien los médicos de la peste eran reconocidos a simple vista por su vestimenta, cuyo aspecto sigue siendo recordado en la actualidad en la cultura popular, sus disfraces no proporcionaron ninguna protección real contra la enfermedad. (I)