Adiós a la Constitución del dictador Augusto Pinochet. Esa fue la postura de más de dos tercios de los chilenos votaron el domingo 25 de octubre de 2020 por reemplazar la Constitución instaurada hace 40 años por la dictadura militar, reveló la autoridad electoral al tener contabilizadas el 99,4% de las mesas en un histórico plebiscito al que fueron convocados 15 millones de ciudadanos, la mayoría cansados de las desigualdades sociales y económicas que caracterizan a la nación sudamericana.

El Servicio Electoral precisó que con 7,4 millones de votos escrutados, el 78,2% —equivalente a 5,8 millones de sufragios— favoreció la opción apoyada por la oposición de centroizquierda de reemplazar la Carta Magna del dictador Augusto Pinochet (1973-1990) y un 21,7% —1,6 millones— optó por la propuesta de la mayoría del oficialismo derechista de mantenerla.

La actual Constitución, ideada en plena dictadura, ha sido, según expertos consultados una camisa de fuerza que apuntaló evidentes desigualdades económicas y sociales en el país de 18 millones de habitantes.

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La opción alternativa, el "Rechazo", acumuló el 21,72% de las papeletas, en una jornada en la que participó el 50,86% de los más de 14,7 millones de chilenos habilitados para votar en el plebiscito. En Chile la abstención suele rondar la mitad de los llamados a las urnas (las últimas elecciones presidencial registraron un 49,02% de participación en la segunda vuelta).

Para Marcelo Mella, politólogo de la Universidad de Santiago, el triunfo del cambio de Constitución inicia un camino nuevo para la democracia chilena, nacida de otro plebiscito en 1988 en el que la población decidió terminar con el gobierno de Pinochet tras 17 años de dictadura.

"Supone abandonar de una vez por todas la sombra de la dictadura en lo institucional y resolver las deudas que tiene nuestra democracia y que terminan convirtiendo el juego político democrático en un juego trivial sin relevancia para una gran parte de los chilenos y chilenas", afirmó a la AFP Mella.

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Desplazar a los partidos

Si bien Chile ha vivido treinta años en democracia, las reglas por las que se rige fueron establecidas todavía durante la dictadura, y la nueva realidad abierta tras el aplastante triunfo cosechado por la ciudadanía en el plebiscito termina de sepultar un régimen del terror que dejó más de 3.200 muertos y la violación sistemática de los derechos humanos.

Además de la victoria del "Apruebo", que muchos comparan en importancia histórica con la victoria del "No" en aquel otro plebiscito que derrocó a Pinochet, los chilenos también optaron mayoritariamente por una "Convención Constitucional" como el órgano que redactará la nueva Carta Magna.

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Con esta decisión, será un grupo de ciudadanos electos (hombres y mujeres en igual número) quienes tengan la fundamental labor de escribir las reglas a las que se ajustará una sociedad que desde el pasado 18 de octubre, cuando comenzaron las protestas sociales en Chile 8con un saldo de al menos 30 muertos y miles de detenidos y heridos), reclama terminar con la desigualdad y mejorar la salud, la educación y las pensiones.

"Es el triunfo del pueblo para el pueblo en una democracia que probablemente es vista por una parte del país como semi-soberana, que durante tres décadas se ha construido en un discurso de estabilidad a costa de quitarle soberanía y poder al pueblo", dijo Mella.

Para el analista, la elección de una "Convención Constitucional" "debe ser interpretada como una reivindicación de la soberanía popular que quiere tener más incidencia en los procesos y desplazar a los partidos del papel hegemónico que tuvieron por tres décadas con el resultado de mantener el status quo institucional", señaló.

El próximo 11 de abril los chilenos deberán completar el siguiente paso de este proceso de cambio constitucional con la elección de los constituyentes que durante un año tendrán que redactar el futuro del país sobre el nuevo texto fundamental, que a la postre deberá ser puesto a votación en un nuevo plebiscito de salida.

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Demanda de cambios

Lucía Damerth, licenciada en historia de la Universidad Católica y académica de la Universidad de Santiago, señaló que “nadie, absolutamente nadie, salvo los sectores ultraricos han estado efectivamente vinculados al mantenimiento de la Constitución”, que es vista por la ciudadanía como “un elemento de mayores niveles de desigualdad y una herramienta obsoleta”.

Desde el mundo de los ambientalistas, Matías Asún, director nacional de Greenpeace Chile, felicitó el proceso de “participación democrática” de los chilenos y agregó que "el camino que iniciamos para construir una nueva Constitución es una oportunidad histórica para revertir las profundas inequidades e injusticias sociales y ambientales existentes en el país... para reconocer nuestro carácter plurinacional y priorizar la protección de la naturaleza”.

Poco antes, en un discurso al país, el presidente centroderechista Sebastián Piñera, que se oponía a una nueva Carta Magna, dijo que “este plebiscito no es el fin. Es el comienzo de un camino, que juntos deberemos recorrer para acordar una nueva constitución para Chile”.

Mientras Piñera hablaba, miles de chilenos se lanzaron a celebrar el resultado del referéndum en una céntrica plaza usada para los festejos y las protestas. Similares festejos se celebraban en plazoletas de la periferia de la ciudad.

Paulina León, de 30 años, dijo que “lo que pasó en el estallido social ahora se ve reflejado en el resultado del plebiscito. Yo fui parte de las marchas de hace un año y tengo que hacerme cargo de mi decisión y ayudar a que se construya una Constitución digna”, dijo feliz a The Associated Press mientras celebraba en la calle.

Felipe Caviedes, de 32 años, fue otro de los miles que salió a celebrar “porque soy parte de la diversidad social que estuvo marginada 30 años en este país y ahora, por fin, lo podemos crear nosotros. Ahora se vienen cambios de verdad”.

La presidenta de la conservadora Unión Demócrata Independiente, Jacqueline van Rysselberghe, que favorecía mantener la Carta Magna actual, dijo a la prensa que su colectividad fue la única de la alianza gobiernista que "que representó con una posición única al Rechazo y si nosotros representamos al 20% de Chile, la verdad es que creo que es una buena representación”.

Van Rysselberghe encabeza el único partido oficialista que cerró filas con el rechazo al cambio constitucional. En los otros tres partidos oficialistas hubo militantes que favorecían su cambio, incluso algunos ministros

El plebiscito, que se desarrolló en un ambiente de tranquilidad durante casi toda la jornada, tiene lugar a un año del violento estallido social y las gigantescas protestas subsiguientes contra las profundas desigualdades sociales en Chile que empujaron a un acuerdo político que convocó al referéndum, que se vivió en medio de estrictas medidas sanitarias debido a la pandemia que tiene a Chile con 500.000 contagiados y 13.800 fallecidos.

Empero, al atardecer unos 200 encapuchados se enfrentaban a la policía en la céntrica Plaza Italia. Los manifestantes eran dispersados con gases lacrimógenos y gruesos chorros de agua, pero se volvían a reagrupar. Más tarde, miles de personas empezaron a congregarse con ánimo festivo a la misma plazoleta, escenario de las manifestaciones en la capital chilena. (I)