En medio de acusaciones de fraude electoral en la elección en la que buscaba su cuarto mandato y entre protestas que desataron la peor crisis social y política reciente de Bolivia, Evo Morales renunció a la presidencia el 10 de noviembre de 2019 y luego de una corta estadía en México, se estableció como refugiado en Argentina desde el pasado 12 de diciembre.

Han pasado más de 10 meses desde su llegada a Argentina, sin embargo Evo no se ha mantenido alejado del ojo público, ni de su partido político, el Movimiento al Socialismo (MAS), de quien actualmente es el director de campaña, trabajo para el cual instaló una oficina en la capital argentina.

A su llegada al país Evo lideró múltiples eventos con la comunidad de bolivianos en Buenos Aires y otras ciudades del país, al igual que con gremios argentinos y activistas. También era común verlo en torneos de fútbol en barrios populares y asistiendo a dar entrevistas de radio o televisión. Sin embargo, sus actividades se vieron paralizadas por la pandemia y la extensa cuarentena del país por lo que ha permanecido en su departamento de la zona norte del Gran Buenos Aires.

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El exmandatario tampoco ha pasado desapercibido para el gobierno interino de la presidenta Jeanine Áñez, quienes durante todo este tiempo han presentado denuncias en su contra por genocidio, terrorismo y sedición, por las que la Fiscalía emitió varias órdenes para que comparezca.

Evo también ha sido denunciado por crímenes de lesa humanidad ante la Corte Penal Internacional en La Haya por el caso conocido en el país como caso terrorismo II, que el Ejecutivo interino considera que fue orquestado por el Gobierno de Morales para perseguir a opositores años atrás.

Estos procesos judiciales le afectaron al exmandatario en su deseo de lograr un escaño en el Senado en estas elecciones. La inscripción de su candidatura fue impedida por un tribunal boliviano especializado en cuestiones constitucionales y antes también por Tribunal Supremo Electoral. (I)