La pandemia ha cambiado el día a día de toda la población y eso incluye la forma de estudiar, pues de un momento a otro se tuvo que dejar las aulas vacías y pasar las clases a la computadora.

Desde que se inició la emergencia en Ecuador, en marzo pasado, los centros educativos tuvieron que implementar o acelerar los procesos de uso de tecnología para impartir clases, incluyendo las universidades.

Por ello, representantes de cinco universidades cuentan su experiencia en esta nueva normalidad.

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En el caso de la Universidad de Guayaquil (UG), la de mayor alumnado del país, tuvo como base que al cierre del año pasado la institución había decidido sacar carreras en línea a mediados de 2020 y, por ello, ya había trabajado con Cedia. Es decir, tenían la infraestructura y esto facilitó la transición apresurada por la pandemia.

Según Monserratt Bustamante, miembro de la Comisión de Intervención para el Fortalecimiento Institucional (CIFI) y con funciones de vicerrectora académica de la UG, en esta nueva etapa están buscando que se aplique correctamente el concepto de gamificación, que es la forma de aprendizaje con mediación de la tecnología. El profesor no puede pararse frente a una pantalla a dar una clase magistral de dos horas porque los estudiantes se aburren, por lo que el contacto debe ser más didáctico.

“La universidad nunca había dado clases en línea. Es la primera vez que las 48 carreras están en línea (con 56 832 estudiantes en 3311 paralelos). Además de los cursos de nivelación (7735 alumnos en 179 paralelos) y las clases de posgrado (610 estudiantes en 28 aulas virtuales)”, afirma Bustamante, quien agrega: “Somos el campus virtual más grande del país”.

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Joaquín Hernández, rector de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), coincide y comenta que tanto docentes como estudiantes han tenido un reto grande en esta nueva normalidad.

Hernández cuenta que la educación ha tenido que pasar a ser más que en línea una educación virtual, con aulas en las que docente y estudiante se reúnen virtualmente y usan las herramientas tecnológicas para lograr aprendizaje y dinamismo.

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“Las generaciones actuales están acostumbradas a un manejo del tiempo distinto que las de antes. Por ejemplo, el caso de Netflix, que a diferencia de hace 30 años ahora podemos contratar una serie o película para verla en ese momento”, dice Hernández, quien pone de ejemplo este caso para mostrar que el tiempo ya no es sincrónico, cuando coincidimos, sino que se puede hacer en otros momentos y eso implica que tiene que prepararse para grabar y tener recursos didácticos que vuelvan la clase atractiva. Algo que se ha vuelto una práctica constante por la pandemia.

Santiago Acosta, rector de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), conocida especialmente por sus carreras a distancia -también tiene presencial-, indicó que para enfrentar la pandemia pusieron los recursos de la modalidad a distancia a disposición de la presencial.

“Hicimos el paso a la Plataforma de Gestión del Aprendizaje. En las carreras de Medicina, Ingeniería Civil, Arquitectura y otras que no se pueden ofrecer a distancia, se destinó el gran activo de profesores formados en enseñanza digital para que se trasladen a la modalidad a distancia. En modalidad a distancia el único cambio fue que los exámenes bimestrales y finales que, en tiempos normales, los hacíamos de forma presencial, los hicimos en línea. Los estudiantes culminaron sus estudios sin problemas”, dice Acosta.

Preparación de los maestros

Uno de los retos que tuvieron que enfrentar las universidades fue que todos los docentes y técnicos docentes se capacitaran para poder dar las clases por internet, además de comenzar a usar diferentes herramientas didácticas como Kahoot, para poner dinamismo a las clases.

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En el caso de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) ya tenían un equipo de profesores multidisciplinario que daba clases online y estaba trabajando desde hace seis años -tras prepararse con Virginia Tech- para inculcar eso en el resto del personal docente que aún no había comenzado su camino a la transformación, pero que al final tuvieron que hacerlo obligados por las circunstancias.

“En cinco meses vimos avances que planeábamos ver en dos, tres años, en donde todos los maestros están capacitados a través de BFL (aprendizaje flexible combinado), con lo que se dotó a los docentes de herramientas para aprovechar lo mejor de la tecnología y la conexión entre seres humanos, enfocada entre profesores y estudiantes y entre los estudiantes, que también son una fuente de aprendizaje, como grupos o foros, y que su experiencia académica no se vea tan afectada”, dice Claudia Tobar, directora del Instituto de Enseñanza y Aprendizaje (IDEA) y de la academia Shift de la USFQ.

Las universidades han usado diversas plataformas para impartir las clases durante la pandemia. Así como otros recursos tecnológicos para hacer las clases más dinámicas.

Cecilia Loor, vicerrectora de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG), también cuenta su experiencia, pues antes de la pandemia usaban una plataforma para la educación a distancia, pero lo de este año fue un salto a una modalidad nueva.

“Capacitamos a 800 docentes en un curso, luego en otros más pequeños con la UNIR a 190, con Cedia casi 200 profesores, algunos repetían porque eran de varias temáticas. Luego capacitamos docentes para tomar evaluaciones online porque no habíamos experimentado... yo lo llamo una migración abrupta, inesperada, diferente a lo que esperábamos”, dice Loor, quien agrega que al final han tenido buenos resultados y se ha podido lograr el vínculo educativo entre maestro y alumno, superando las dificultades que tenían para el manejo de la tecnología.

Además, la realización de webinarios (conferencias web) han resaltado durante la pandemia, pues son organizados tanto para su respectiva comunidad universitaria como para el público en general.

Objetivo: el paso a una modalidad híbrida

Las universidades consultadas permanecen con clases en línea, usando simuladores para algunas carreras. Sin embargo, pronto se dará terminada la emergencia a nivel nacional y todas tomarán decisiones de acuerdo con lo que diga el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional y local.

Por ello, piensan que la educación virtual seguirá aún un buen tiempo y, mientras tanto, se preparan para un modelo híbrido que es el que resultará cuando tengan que regresar a la presencialidad, puesto que la pandemia también ha demostrado que no para todo se necesita ir al aula. Eso sí, cuando se pueda volver a los campus las primeras en hacerlo serán las carreras y materias que tienen un alto componente práctico-experimental, como odontología, o que se den en un laboratorio.

En la Universidad de Guayaquil ya piensan que cuando se pueda volver se deberán definir los procesos de bioseguridad que serán parte de la vida del estudiantado. Algo que estará relacionado a la disciplina de cada ciudadano con el uso de mascarilla, que merma mucho el contagio, y el distanciamiento, en lo que se tiene que trabajar, pues las aulas de la universidad más grande del país siempre están llenas.

“En Europa hay clases mixtas donde la mitad del aula está presencial y la otra está conectada por una cámara desde su casa, pero en el caso de las públicas ecuatorianas hay que pensar de dónde sacar los recursos para implementar medidas similares, pues no los hay, aunque sería lo ideal”, comenta Bustamante, quien agrega que otro reto es el tejido social y la parte económica, porque se debe buscar reducir la brecha digital, que todos tengan acceso a un dispositivo adecuado. También menciona que se necesita un cambio de paradigma porque no se sabe cuándo va a terminar la pandemia.

“En este momento nos toca aprender a sobrevivir con un virus y a tener las condiciones para adaptarnos hasta tener una cura”, dice Bustamante.

“Como los estudiantes de modalidad presencial tuvieron que irse a sus hogares, algunos tuvieron que compartir sus dispositivos con hermanos o con sus padres por el teletrabajo, a ellos les entregamos tabletas para que puedan recibir clases. El próximo ciclo vamos a dar un descuento del 50 % a estudiantes que enfrentan esta problemática. Hemos ampliado el beneficio de becas a más del 60 %, en función de las dificultades económicas”, comenta Acosta, quien añade que de esta manera tratan de apoyar a los estudiantes, pues a una universidad que vive de recursos propios le va bien cuando al país y a la sociedad les va bien.

Según Acosta, la Ley de Apoyo Humanitario prevé un descuento del 25 % cuando los estudiantes o sus padres han perdido su poder adquisitivo, sin embargo, la UTPL ha aumentado al 50 %. También hay descuentos por convenios con instituciones, por pronto pago, pago de contado y por uso de tarjetas.

La Escuela Politécnica del Litoral (Espol) también ayudó a los estudiantes con menos recursos y en junio prestó 1000 tabletas con servicio de internet a sus alumnos para que puedan recibir clases vía online y así evitar riesgos ante la pandemia de coronavirus.

La entrega se hizo a través de la Unidad de Bienestar Politécnico, que armó un análisis para determinar “los mil casos con mayor necesidad de recibir este dispositivo electrónico” dentro de la universidad.

Todos los consultados han explicado que, con pocos traspiés, al poco tiempo de empezada la emergencia pudieron establecer las clases virtuales con bastante éxito y ahora solo tienen problemas cuando hay algún inconveniente por la señal de internet, es decir, con los proveedores, especialmente del lado de los estudiantes. Por ello ven que es importante mejorar la conectividad en el país, ya que eso ayudaría mucho en el plano educativo, no solo a la educación superior. (I)