Alejandro Arreaza, responsable de la cobertura macroeconómica de Barclays en las economías andinas y del Caribe, explica su visión sobre la renegociación de la deuda ecuatoriana. Barclays es una banca de inversión a nivel global especializada en el mercado secundario de deuda en bonos y que realiza análisis a través de su Departamento de Investigación Económica. Arreaza considera que la negociación ecuatoriana ha sido bien llevada y que ha recibido una buena respuesta en el mercado, pero aún existen dudas de la aceptación de los bonistas 2024.

¿Qué tan viable se ve un cierre del acuerdo definitivo con los tenedores de Ecuador, tomando en cuenta que se requiere reunir el 66 % de votos en 9 tipos de bonos y 75 % para los 2024?

El acuerdo preliminar da un paso significativo adelante en el proceso de negociación, con este primer grupo que tendría un porcentaje cercano al 50 %. Pero existen tres grupos de bonistas: el primero ad hoc, con el que se ha conseguido el acuerdo. El segundo también tiene un perfil parecido al del primero, es decir, son inversores en mercados emergentes, a los cuales no parecería interesarles entrar en litigios prolongados. El tercer grupo está conformado por tenedores de bonos 2024 (su asesor legal es Quinn Emanuel Urguhart & Sullivan LLP).

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¿La propuesta sería atractiva para los tres grupos?

Si se juzga por la reacción que ha tenido el mercado, la propuesta ha sido bien recibida y hay probabilidad alta de que se llegue a un acuerdo. Sin embargo, todavía hay negociaciones que están pendientes y aún podrían introducirse cambios.

¿Podría haber mayor presión desde el grupo de los 2024, aunque ya haya sido aceptado por este que tiene el 45 % de la deuda de bonos?

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Existe este acuerdo, pero faltaría ver la respuesta del 55 % restante. Normalmente hay espacio para cambios, pero no mucho más allá de lo que ya está en la mesa. Lo que queda más en duda es qué pasa con el grupo de los bonos 2024, que tienen un mínimo de porcentaje más alto (75 %). Este grupo en particular pudiera tratar de lograr un tipo de compensación adicional.

¿Por qué este grupo de bonistas tienen un requerimiento más alto para el acuerdo, con respecto a los otros? ¿Qué pasa si no se cierra con los 2024?

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Las diferencias son contractuales. Cada bono es emitido en momentos diferentes, dependiendo de qué tan atractivo quisiera el Gobierno de ese momento hacer al bono. Mientras más alto pongas este porcentaje le estás dando condiciones más atractivas para el comprador del bono. No sabemos qué porcentaje de ese bono tienen los del grupo de los 2024. Para poder bloquear la negociación deben tener al menos 25 %. De lo contrario puedes cerrar con el resto, pero no con ellos. Este escenario no es lo deseable como país deudor, sino conseguir el cierre con todos.

¿Cuáles son los escenarios de mejoras que podrían plantear los bonistas? El ministro Richard Martínez ha dicho, por ejemplo, que las Oil Warrant (pago de un cupón adicional si se incrementa el precio del crudo) fueron descartadas. ¿Podrían insistir en ello?

Se podría buscar un instrumento contingente al precio del crudo. Pero hasta ahora el Gobierno parece haber descartado este tipo de cuestiones. La idea del Oil Warrant es que si los precios van a estar por encima de lo que se piensa, pueden pagar un valor un poco más alto por los bonos. También se podrían plantear cambios en los tiempos de los pagos, aunque no hay mucho espacio para ello con Ecuador. Podría jugarse un poco con las fechas de pago, como ejemplo si hay uno pactado para 2026 y se lo hace en 2025 esto de alguna manera mejoraría el valor del bono en el mercado secundario.

¿Cuál es la lectura que ustedes hacen de que se efectúe el canje de 10 tipos de bonos por solo tres?

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Es una forma de simplificar la negociación. El riesgo cuando haces eso es que se te concentren mucho los pagos. Sin embargo, para reducir dicho riesgo se han establecido pagos anuales, lo cual ayuda a suavizar el pago. Si tú miras la propuesta, el pago que se debía hacer en estos años baja a prácticamente la mitad. En el perfil de vencimientos se ve que el mayor es de $2500 millones en 2031, pero del resto tienen pagos por debajo, lo que hace más manejable.

¿Cuáles son las diferencias y semejanzas que ustedes ven con la negociación con Argentina?

El proceso en Ecuador ha sido manejado mucho mejor que en Argentina, el Gobierno ha sido transparente y el hecho de contar con el apoyo del FMI, refuerza la confianza en el acuerdo al que se pueda llegar. Además de eso, se está arrancando con una propuesta mucho más realista, que pareciera estar ayudando a que la negociación avance más rápido. Argentina puso una propuesta en la mesa que estaba por fuera de las expectativas y fue inmediatamente rechazada. Esto les ha llevado a una larga negociación.

¿Al Ecuador no le conviene una negociación con demoras?

Los riesgos de un retraso, si en Ecuador pasase algo como en Argentina, lo ingresaría en una situación muy complicada. El FMI no desembolsaría recursos, China tampoco lo haría y entras en el proceso electoral y en ese ambiente, sería extremadamente complicado cerrar un acuerdo. Por la naturaleza de la economía ecuatoriana con dolarización, una situación esta sería un escenario de alto riesgo. Por ello me parece importante el pragmatismo con el que ha actuado el Gobierno. Así se logrará tener los desembolsos requeridos y bajar el impacto que ha significado la pandemia. Lo que ha hecho Ecuador es ahorrar tiempo. (I)