La pandemia del COVID-19 no discrimina a sus víctimas, lo ha paralizado todo en los grandes potencias mundiales, pero países como Zimbabue, donde existe desabastecimiento en productos alimenticios y crisis económica, también sufren las consecuencias de la enfermedad.

La nación africana manifiesta su preocupación ante el confinamiento de 21 días decretado por el gobierno para limitar la propagación del virus, debido a la escasez de suplementos de primera necesidad e insumos médicos ante la crisis sanitaria mundial, además de la subida interanual de precios que alcanzó la tasa de 500% en febrero.

Según datos de la ONU, la mitad de los habitantes atraviesa una situación de inseguridad alimentaria a causa de la crisis económicas y de inclemencias meteorológicas.

El presidente, Emmerson Mnangagwa, aseguró que la medida se hizo necesaria en vista de las graves y continuas amenazas potenciales que enfrenta el país por la expansión del nuevo coronavirus.

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“Aunque las cifras de contagiados sean bajas, sigue siendo posible que el virus se propague mucho entre la población, y eso nos preocupa”, declaró.

Oficialmente hay siete casos de COVID-19 registrados en el país y una muerte.

Todos los servicios no esenciales deben detener en su totalidad sus funciones durante el periodo de cuarentena. Solo funcionaran las industrias de insumos sanitarios y los mercados para proveer alimentos, bajo la supervisión de las autoridades de salud, sin embargo existe escasez en productos alimenticios como el maíz.

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El diario digital argentino Infobae publicó las declaraciones de ciudadanos afligidos ante la pandemia y la penuria alimenticia. Entre ellas, la de un vendedor que se mantiene con las ganancias del día a día. “Acabaremos sin medios para reabrir nuestros pequeños comercios (...) y yo no veo que el Gobierno vaya a venir a ayudarnos”, señala.

Además afirma que le da “miedo que la gente muera de hambre cuando esté aislada en su casa”.

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“Sabemos que hay coronavirus en el país, pero moriremos de hambre primero si no tenemos comida”, dijo Stewart Dzivira, un hombre cuya familia está necesitada de trabajar a diario para poder alimentarse. (I)