España ha iniciado el año con un escenario electoral difícil. Este sábado el socialista Pedro Sánchez defendió en un crispado debate en el Congreso su candidatura para liderar un inédito gobierno de coalición de izquierdas que termine con ocho meses de bloqueo político y haga del diálogo en Cataluña "una prioridad absoluta".

"No se va a romper España, no se va a romper la Constitución, aquí lo que se va a romper es el bloqueo", dijo solo empezar Sánchez en previsión de los duros reproches que la oposición le dedicaría después por supuestamente querer 'acabar' con el país.

"El gobierno va a trabajar para superar el conflicto político en Cataluña (...) El diálogo siempre dentro de la Constitución será una prioridad absoluta", insistió el actual jefe de gobierno en funciones.

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El debate debe alargarse hasta el martes cuando se prevé el fin de la parálisis iniciada con la celebración de las elecciones de abril, el posterior fracaso en la formación de un gobierno y la repetición de los comicios el 10 de noviembre.

El PSOE (socialdemócrata) es la primera fuerza en el parlamento con 120 diputados y buscan un gobierno junto a la izquierda radical de Podemos (35 diputados) con un programa social, ecologista y feminista.

"Aspiramos a que España se convierta en un referente para Europa y para el mundo de la justicia social porque es la mayor vacuna frente a (...) la ultraderecha", consideró el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que apunta a vicepresidente.

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Después meses de tirantez por el fracaso de las negociaciones para formar un gobierno tras las elecciones de abril, ambos líderes escenificaron la paz con un abrazo en medio del hemiciclo.

"No se va a romper España"

En un fragmentado Congreso de 350 diputados, Sánchez perderá la primera votación del domingo, que requiere mayoría absoluta, y deberá esperar al martes en una segunda tanda donde le bastarán más votos a favor que en contra.

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Estos los tiene asegurados gracias al respaldo o la abstención de varias formaciones regionales, entre ellas los independentistas catalanes de Izquierda Republicana de Cataluña (ERC).

Estos acordaron con el PSOE "una mesa de diálogo" entre el gobierno y las autoridades regionales cuyos acuerdos se someterán "a consulta de la ciudadanía de Cataluña".

Entre abucheos de la bancada opositora, el socialista abogó por "retomar la única vía posible, la política" y "dejar atrás la deriva judicial que tanto dolor ha causado".

En una agria réplica, el líder del conservador Partido Popular (PP), Pablo Casado, arremetió contra un "gobierno Frankenstein" formado por comunistas y separatistas.

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"Se ha convertido en el líder de la coalición que quiere acabar con la España constitucional", criticó.

Los ataques continuaron con la intervención de la ultraderecha Vox, aupada como tercera fuerza, cuyo líder Santiago Abascal lo acusó de 'traición', 'mentiroso', 'estafador' o "villano de cómic".

La crisis en Cataluña

El auge del independentismo en Cataluña desde los alrededores de 2010 desembocaron en una larga crisis en España, cuyo peor momento fue el fallido intento de secesión de octubre de 2017.

A mediados de octubre, nueve dirigentes separatistas recibieron altas penas de prisión por esos hechos, sentencia que desencadenó fuertes protestas, en ocasiones violentas, en la región.

El principal penado, con 13 años por sedición y malversación, fue el dirigente de ERC, Oriol Junqueras.

Desde otras formaciones separatistas como Juntos por Cataluña (JxC), del expresidente Carles Puigdemont, se oponen al pacto del que deben participar al liderar el gobierno de coalición regional.

En su intervención, el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, advirtió que "sin mesa de diálogo, no hay legislatura", recordando que ya precipitaron la convocatoria electoral de abril de 2019 al no apoyar los presupuestos socialistas.

En minoría y en un contexto de fragmentación y polarización, algunos analistas cuestionan la estabilidad del que será la primera coalición de gobierno desde el fin de la dictadura de Francisco Franco (1975).

Desde los círculos empresariales mostraron preocupación por las medidas de su programa, como la subida de salarios e impuestos o la derogación parcial de una reforma para liberalizar el mercado laboral, en plena desaceleración del crecimiento económico.

Llegado al poder en junio de 2018 con una moción de censura contra el conservador Mariano Rajoy, Sánchez aumentó el salario mínimo un 22%, apostó por el feminismo con un gabinete con 11 ministras y sacó a Franco de su monumental mausoleo cerca de Madrid. (I)