La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que entre 2000 y 2050 la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará. Es decir, que en el transcurso de medio siglo pasará de 605 millones a 2000 millones. En Ecuador, según proyecciones del INEC, en este 2019 los adultos mayores llegarán a ser 1'264,423, y, en el 2020, 1'310.297.

Las cifras revelan un aumento de esta población por lo que hoy en día se habla aún más de tener un envejecimiento adecuado. Una de las ramas en medicina que se dedica a la atención al geronto es la geriatría que se especializa en la salud y las enfermedades de la vejez y en prestar la atención y los servicios apropiados, según la OMS.

Esta especialidad se diferencia de lo que es la gerontología, que la OMS la define como el estudio de los aspectos sociales, psicológicos y biológicos del envejecimiento.

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En Ecuador, se consideran personas adultas mayores aquellas personas que hayan cumplido los 65 años de edad, según la Constitución.

La OMS dice que "desde un punto de vista biológico, el envejecimiento es la consecuencia de la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo, lo que lleva a un descenso gradual de las capacidades físicas y mentales, un aumento del riesgo de enfermedad, y finalmente a la muerte. Ahora bien, esos cambios no son lineales ni uniformes, y su vinculación con la edad de una persona en años es más bien relativa. Si bien algunos septuagenarios disfrutan de una excelente salud y se desenvuelven perfectamente, otros son frágiles y necesitan ayuda considerable".

Chequeos una o dos veces al año

Dos especialistas en geriatría recomiendan realizarse chequeos médicos una o dos veces al año y empezar mucho antes de llegar a la vejez a adoptar medidas preventivas como el cambiar malos hábitos alimenticios y realizar actividad física.

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Gabriela Altamirano, jefa del Servicio de Geriatría del hospital Luis Vernaza de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, señala que la geriatría, que tiene su auge a partir de 1950 cuando se la considera como una especialidad, es en la actualidad la ideal para atender a las personas adultas mayores para mejorar su calidad de vida.

Dice que la única forma de que el estado de salud del adulto mayor esté buena es a través de chequeos por lo menos una vez al año, que incluyan exámenes básicos para ver cómo está la presión, colesterol, triglicéridos.

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Altamirano considera que aún falta cambiar la mentalidad de la gente de que cada edad debería tener su respectivo trato. "Todavía estamos muy cerrados, hay gente que se ofende cuando le dices que tienes que ir a un geríatra (piensan) que me están diciendo que estoy viejo, que estoy loco... tenemos que empezar a cambiar esa cultura (...), es mentalidad", expresa.

Patricia Silva, geríatra del hospital del día Efrén Jurado del IESS, añade que tener un envejecimiento adecuado significa tener una buena salud mental, social y física por lo que se le estimula al paciente a que tenga o adquiera buenos hábitos. “A veces atendemos pacientes jóvenes, que son chicas entre 60 y 65 años, que se las estimula mucho (...) a que dejen las grasas, las harinas, el azúcar a un lado, ( a que adquieran) la actividad física y el ejercicio mental (que) te lleva a una buena calidad de vida”, expresa.

A qué edad hay que empezar a preocuparse

Silva señala que se envejece desde que se nace, pero considera que la persona debe empezar a preocuparse por su salud, pensando en un futuro en un envejecimiento adecuado, a partir de los 30 años.

Acudir a un control periódico por lo menos una vez al año, empezar a adquirir buenos hábitos, hacer actividad física y un continuo ejercicio mental le permitirán una vejez saludable". Patricia Silva, geriatra del hospital del día Efrén Jurado del IESS

Altamirano coincide en que la preocupación debe ser toda la vida pero si hay que ponerle una edad, puede ser desde los 30 y 40 años en que ya empiezan a disminuir las funciones corporales que ya no están al ciento por ciento. "Debemos empezar a tratar de cuidar cada uno de los aspectos y de esta manera nos estamos preparando para tener un mejor un buen envejecimiento".

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Los entornos físicos y sociales

Datos de la OMS indican que los entornos físicos y sociales tienen gran importancia, en particular las viviendas, vecindario y comunidades, así como sus características personales, como el sexo, la etnia o el nivel socioeconómico.

Estos factores, se agrega, empiezan a influir en el proceso de envejecimiento en una etapa temprana. Los entornos en los que se vive durante la niñez –o incluso en la fase embrionaria– junto con las características personales, tienen efectos a largo plazo en la forma de envejecer, se revela.

Según la OMS, los entornos también tienen una influencia importante en el establecimiento y mantenimiento de hábitos saludables. "El mantenimiento de hábitos saludables a lo largo de la vida, en particular llevar una dieta equilibrada, realizar una actividad física periódica y abstenerse de fumar, contribuye a reducir el riesgo de padecer enfermedades no transmisibles y a mejorar las facultades físicas y mentales".

La organización añade que en la vejez mantener esos hábitos es también importante. El mantenimiento de la masa muscular mediante entrenamiento y una buena nutrición pueden ayudar a preservar la función cognitiva, retrasar la dependencia y revertir la fragilidad.

Afecciones comunes

La OMS menciona que entre las afecciones comunes de la vejez están:

  • La pérdida de audición
  • Cataratas
  • Otros problemas de visión (errores de refracción)
  • Dolores de espalda y cuello
  • Osteoartritis
  • Neumopatías obstructivas crónicas
  • Diabetes
  • Depresión
  • Demencia

Agrega que medida que se envejece aumenta la probabilidad de experimentar varias afecciones al mismo tiempo.

Según esta organización la vejez se caracteriza también por la aparición de varios estados de salud complejos que suelen presentarse solo en las últimas etapas de la vida y que no se enmarcan en categorías de morbilidad específicas.

Esos estados de salud se denominan normalmente síndromes geriátricos. Por lo general son consecuencia de múltiples factores subyacentes que incluyen, entre otros, fragilidad, incontinencia urinaria, caídas, estados delirantes y úlceras por presión. (I)