Su biografía política, "El camino a la prosperidad" (Paradiso Editores), no es parte de una campaña electoral, asegura el exalcalde de Guayaquil, Jaime Nebot Saadi (73 años). Posiblemente sea un saldar de cuentas con su pasado, pero aún no ha decidido si se postulará a la Presidencia de la República para el 2021. Su oficina en el edificio Valra, en pleno centro de la ciudad, sigue siendo el centro de reuniones de políticas. Él, impecable con su guayabera blanca y pantalón azul, sopesa sus posibilidades porque si llega a Carondelet quiere salir por la puerta grande al término de su mandato.

El libro es como un saldar cuentas de Jaime Nebot. ¿Cuál fue la más difícil de saldar con su pasado?

Cuando yo repaso mi vida me doy cuenta que nunca he hecho nada de mala fe, no tengo de qué arrepentirme, he cometido errores sí pero el balance ha sido positivo y los votos lo demuestran.

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En el libro de habla del 'volumen político', una cualidad que adquirió durante el taurazo ¿fue ese el momento más difícil de su carrera?

Ahí lo cuento. En la noche cuando iba a entrar a la casa del presidente León Febres Cordero (1984-1988), después del secuestro, Galo Garay me dijo 'te llegó el volumen'. Sin duda fue uno de los momentos más difíciles, una desbandada, no se sabía si el presidente estaba vivo, cómo iba a salir. Fue complicado. Mi padre me advirtió que podría fracasar en mi propuesta de sacar la gente a la calle, pero le respondí que lo iba a hacer y lo hice.

¿Cuál fue el principal punto de tensión en la década del correato?

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La diferencia de visiones. Correa fue un hombre de gran energía para el trabajo, con liderazgo y con muchísimo dinero por el boom de las materias primas, que se desaprovechó. Cuando ese modelo atropella al otro modelo, nace la reacción, no la tensión, yo no me tenso.

¿Usted no se alteró durante la década?

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No, yo me manejo con humor. Era un modelo totalitario contra la libertad, un modelo centralista y excluyente contra un modelo de autonomías. Al final, cuando quiso profundizar la revolución con el impuesto a la herencia y a la plusvalía en 2015, salimos a protestar porque atentaba contra la empresa familiar. La gente salió a defender lo que tenía. Las luchas no tienen plazo sino metas. Cuando se acabó la plata, el modelo (de Guayaquil) siguió creciendo pero en el resto del país nos ha llevado a donde estamos. Esa es la diferencia.

¿En lo personal nunca hubo persecución?

Cuando hubo la batalla de 2015, sí intervino la Contraloría y el Servicio de Rentas Internas, me revisaron y no encontraron nada malo, pero en honor a la verdad no me persiguieron, no me inventaron nada.

¿Cómo recomponer el país después de lo malo del correato?

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El gobierno de Lenín Moreno no es de transición, ha habido otros presidentes que han logrado mucho en menos de un período: Clemente Yerovi o Gustavo Noboa, que sostuvo la dolarización. Correa hizo ciertas cosas bien y por eso tiene votos, no es el Correa de antes, pero están equivocados quienes crean que está muerto o que es el cuco.

¿Cuál es su visión sobre lo que hay que hacer?

El Estado no puede tener el tamaño actual, hay que hacer recortes e impulsar el crecimiento de la economía; hay que manejar el tema de la deuda externa mejorando las condiciones, una solución podría ser traspasar una parte del colateral de barriles de petróleo a otro prestamista y así se le paga a China, por ejemplo; los subsidios deben ser focalizados; se podría delegar la administración de las empresas estatales al sector privado... No es fácil.

La inercia de Moreno hace olvidar el país que dejó Correa.

No es justo culpar a Moreno porque es una herencia muy grave, pero en materia económica y financiera no han hecho nada conveniente...

Pero es un ministro puesto por la Cámaras de Producción.

En la vida, el origen de las personas no tiene nada que ver con su desempeño. El ciudadano paga los platos rotos porque más impuestos no son la solución.

El título del libro es "El camino a la prosperidad" y si ahí se habla de una alianza para la prosperidad ¿ya tiene eslogan de campaña?

La experiencia me ha enseñado dos cosas: jamás propiciaría una Constituyente, sí reformas a la Constitución por consulta popular; tampoco propiciaría una alianza de partidos o membretes. La prosperidad no es de izquierda ni derecha, es un resultado, y queremos proponer una apertura para todos quienes quieran participar en conseguir ese resultado.

¿Aunque sean correístas?

Por supuesto, en un momento el 80% del país era correísta.

¿Y eso incluye a gente de Guillermo Lasso?

Si quieren votar por eso, por qué no. Me opongo a esas alianzas de partidos porque vienen las preguntas: ¿Yo qué voy a hacer? ¿A mí qué me van a dar? Cuando fui candidato a Alcalde cuatro veces dije 'este es mi plan de gobierno, pero agencia de empleos no tengo ni quiero tener'. La prueba es que me fui de la Alcaldía con menos empleados de los que me dejó Febres Cordero hace 19 años. Si fuera candidato a la Presidencia de la República, yo no comprometo cargos, yo me comprometo con el pueblo.

¿Todavía piensa sobre su candidatura?

Si lo hubiera decidido lo hubiera anunciado. No he tenido miedo, vanidad ni odio, defectos que le impiden a uno pensar correctamente. La impaciencia es mi gran defecto. Ser presidente de la República no es una ambición, es un afán de servicio efectivo.

¿Cuánto va a influir lo del paro de octubre y el impasse con los indígenas por su frase del páramo para su candidatura presidencial?

En mi vida estoy acostumbrado a hacer lo que tengo que hacer. El decreto fue un palazo a la gente. Teníamos la obligación de defender la democracia, más allá de Moreno, a quien considero mi amigo. Lo mismo ocurrió con Febres Cordero, de quien era más amigo todavía, la amistad no es incondicional. Me hubiera preocupado política y éticamente si en Guayaquil hubieran hecho lo que pasó en Cuenca, Latacunga, Ambato o Quito. Mi frase 'Mejor díganles que se queden en el páramo' iba dirigida a quienes habían anunciado que venían a atacar la marcha por la paz del 9 de octubre en Guayaquil. ¿Mi relación con los indígenas? Solo recuerdo dos cosas: con nuestros votos llegaron Nina Pacari a la Vicepresidencia del Congreso (año 2000) y Diana Atamaint a la Presidencia del (actual) Consejo Nacional Electoral. Mandé una carta a la dirigencia indígena para que no se malinterpreten mis palabras, ocultaron la carta. Eso no me quita el sueño.

En este libro habla de sus tres ces: Compromiso, Corazón y Cojones.

No excluyo a las mujeres, también tienen agallas, pero era para que rime y porque me refería mí.

Si va de candidato le tocará escoger una mujer con la nueva reforma electoral.

No es obligatorio para la elección del 2021, pero estoy de acuerdo con la reforma. Siempre hemos tenido candidatas mujeres. Si fuera candidato, muy honrado de tener una mujer de binomio. Impulsamos la ley contra la violencia contra la mujer y aquí tenemos el programa 'Amiga ya no estás sola'. Soy partidario de permitir el aborto en casos de violación a la mujer y eso está en mi libro "Primero la gente" del año 1995. Si feminismo es que los hombres y las mujeres tengan iguales derechos y que se defienda esa igualdad, yo soy feminista.

La no decisión sobre su candidatura podría interpretarse como un Nebot que no quiere tomar riesgo.

Nebot no tiene la imagen de alguien que no decide. A mi edad existen prioridades, soy un hombre acostumbrado a pedir perdón y no permiso, pero después de 35 años de hacer política y de someter a mi familia a eso, me pesa la tranquilidad de mi familia. No tengo miedo a la elección, nadie le puede asegurar a uno la victoria, he perdido dos y ganado diez. Uno debe entrar para correr los riesgos necesarios pero tener las posibilidades de hacer las cosas bien y salir por la puerta grande. Mi decisión está entre mi familia y el servicio y entre la posibilidad de que el servicio sea el que los ecuatorianos esperan de mí.

No fue candidato en 1998 porque había una bomba con una mecha muy corta que iba a estallar.

No iba a hacerme cargo de algo que no tenía salida.

¿Estamos como el 1998?

No, no estamos. Nadie tiene todo asegurado. Yo no buscaría jamás una reelección a la Presidencia de la República, usted tiene que ver si en esos cuatro años logra hacer lo que se propone, una expectativa racional y al mismo tiempo tener aceptación popular. Si tiene eso, tiene un chance razonable de salir bien. Nadie en mi casa quiere que siga haciendo política.

¿Cuál es el plazo para decidirse?

Cuando yo lo crea conveniente. (I)