La biotecnología ha sido usada durante mucho tiempo para incorporar genes dentro del ADN de organismos de bacterias; a partir de esto se crean sustancias necesarias para el cuerpo como las hormonas, aminoácidos, enzimas entre otros.  La mayoría de las bacterias que se usan en investigaciones científicas son heterótrofos, es decir, necesitan de elementos orgánicos para crear sustancias iguales. 

Utilizando una sofisticada técnica de genética, un equipo del Instituto Weizmann de Ciencias, liderados por Ron Milo, pretende que la bacteria no emplee azúcares, sino el propio CO2 y energía química.  Es la primera vez que se transforma el modo de crecimiento de un microbio.

Según la revista especializada en biomedicina Cell Press, investigadores israelíes usaron la ingeniería genética para modificar una cepa de Escherichia coli, una bacteria habitual en el intestino humano que se alimenta de azúcar y los convierte en energía y proteínas emitiendo dióxido de carbono o (CO2) en el proceso.  El dióxido de carbono es el principal gas de efecto invernadero que contribuye al cambio climático.

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Científicos israelíes transforman una bacteria del intestino para que se alimente de CO2

 

Esto lo lograron al inactivar las  enzimas dentro del ADN de la bacteria durante el ciclo de fijación, después colocaron las cepa en biorreactores donde la atmósfera tenía un 10% de CO2.  Dentro de ese proceso se agregó xilosa o azúcar de madera a los recipientes para generar más CO2M; al pasar 340 días descubrieron que  se construyeron sustancias orgánicas a base del químico en el aire. 

Los investigadores  se basaron en la contaminación actual de la atmósfera terrestre, dado que el mismo crece cada vez más rápido alterando el clima,  según Milo sería bueno cambiar la bio-producción a un modo que no genere desperdicios y enseñarle a las bacterias a sintetizarse con sustancias orgánicas a partir del CO2.

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Los israelíes  prevén que la bacteria genere más materia orgánica  y otros subproductos como el etanol y el butanol, útiles para fabricar combustibles, lo que ayudaría a disminuir el exceso de CO2 en la capa de ozono.  "Creemos que este avance podría allanar el camino hacia la producción industrial de alimentos y combustibles renovables y que al producir combustibles con cero emisiones netas en entornos industriales, podríamos reducir el consumo de combustibles fósiles y, por lo tanto, disminuir las emisiones globales de CO2” explicó Milo.

“Las bacterias no podrían sobrevivir en la naturaleza, ya que no tendrían las fuentes de energía necesarias y serían desplazadas por bacterias naturales más aptas. No queremos interferir de ninguna manera en la ecología natural”, argumentó su colega Shmuel Gleizer.

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Esta no es la primera vez que se intenta este experimento, muchos científicos lo han intentado pero las bacterias obtenidas solo generan un tercio de la biomasa del CO2.  Los científicos comentan que el metabolismo de las bacterias son muy sencillas de manipular porque sus genomas se pueden cambiar fácilmente, por lo que no existirían límites para las necesidades de las bacterias. 

El microbiólogo del Centro Nacional de Biotecnología en Madrid, Víctor de Lorenzo, piensa que esta cepa se  podría diseñar en el laboratorio con toda la información necesaria para que las bacterias lo incorporen y fijen en el  CO2.  Afirmó que es una opción controvertida al crear un dispositivo genético con el fin de reducir el CO2 atmosférico.  "De momento, esa posibilidad es ciencia ficción, pero no lo será por mucho tiempo", comentó De Lorenzo. (I)