Un día después de haber sido puesto en libertad, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva habló este sábado ante miles de simpatizantes jubilosos frente a la sede del sindicato que alguna vez dirigió.

Vestido con chaqueta y camiseta negras, da Silva habló desde un estrado en el exterior del Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos, cerca de Sao Paulo, y que le sirvió como la base de su carrera política.

Da Silva, quien ha dicho que su condena por corrupción fue motivada políticamente, prometió luchar contra los sobornos y la desigualdad.

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"Vamos a pelear mucho. Pelear no es un día, luego descansar tres meses y luego volver. La lucha es todos los días", dijo el exmandatario, quien agregó que, a sus 74 años, tiene la energía de un hombre de 30 y que la llevará a las calles.

Miles de seguidores se congregaron frente al edificio, muchos de ellos con camisetas rojas y ondeando banderas. Una gigantesca imagen del exlíder con la banda presidencial estaba en medio de la multitud.

Lula da Silva fue puesto en libertad el pasado viernes después de que la Corte Suprema resolviera que una persona solo puede permanecer en prisión después de que se hayan agotado todas las apelaciones a los tribunales superiores.

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El expresidente brasileño sigue apelando su condena, por corrupción y lavado de dinero, en relación con la compra de un apartamento frente al mar en el estado Sao Paulo. Si pierde sus apelaciones en cualquiera de las dos condenas, podría volver a ser encarcelado.

Da Silva ha negado cualquier acto indebido y ha acusado a los fiscales y a Sergio Moro, entonces juez y ahora ministro de Justicia, de perseguirlo políticamente.

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Moro dijo antes en Twitter que la decisión de la Corte Suprema de esta semana debe ser respetada, pero que el Congreso podría alterar la constitución para que cambie cuando los criminales condenados comiencen a cumplir sus sentencias. Da Silva habló repetidamente de Moro, a veces dirigiéndose directamente a él.

"Podría haber ido a una embajada, huido a otro país", dijo da Silva. "Necesito probar que el juez Moro no era un juez, sino un sinvergüenza que me estaba echando".

La salida de prisión de Lula ha dado aliento a una debilitada oposición de izquierdas, aunque es probable que enoje a los conservadores que consideraban que su encarcelación era la prueba de que el país se tomaba en serio la lucha contra la corrupción.

El político, de 74 años y orígenes humildes, que gobernó el país durante el boom económico, estaba encarcelado desde abril de 2018.

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Su liberación podría revitalizar a una oposición debilitada por los escándalos de corrupción, el juicio político a su sucesora Dilma Rousseff, la entrada en prisión del propio Lula y, más recientemente, la debacle en las elecciones generales de 2018. Por el momento no está claro cuál será ahora su papel político.

Aunque tiene prohibido postularse a la presidencia mientras tenga recursos pendientes, el también exlíder del Partido de los Trabajadores (PT) sigue siendo una figura popular en la izquierda. Sin embargo, podría tener que volver a la cárcel si las apelaciones se resuelven en su contra.

El nuevo estatus de Lula podría irritar a los conservadores, y posiblemente al gobierno de ultraderecha del presidente Jair Bolsonaro, quien consideró que su encarcelamiento era un golpe a la corrupción generalizada. La detención de Lula dividió aún más a la polarizada sociedad brasileña, y su liberación podría reavivar las tensiones.

Este fin de semana se convocaron movilizaciones en las principales ciudades del país en apoyo a la investigación anticorrupción Lava Jato, que envió a docenas de destacados políticos y líderes empresariales a prisión. Muchos podrían solicitar su salida de la cárcel en base a la decisión del Tribunal Supremo.

“Lo que hace que Lula sea muy peligroso para Bolsonaro es que Lula comprende el juego a largo plazo”, dijo James Bosworth, fundador de Hxagon, una firma de análisis de riesgos políticos, enfatizando que Lula se postuló en cuatro ocasiones antes de ganar por primera vez en 2003.

“Lula es un organizador sindical y político de la vieja escuela que va a tomarse su tiempo para colocar al PT y a otros aliados en posiciones para aprovechar las debilidades de Bolsonaro en los próximos años”, agregó.

El exlíder sindical gobernó en un período de rápido crecimiento económico azuzado por el auge en los precios de las materias primas, lo que expandió la clase media del país. Su enorme programa de ayudas sociales Bolsa Familia ayudó a sacar a millones de personas de la pobreza, y dejó la presidencia con un índice de aprobación superior al 80%.

Para Claudio Couto, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Fundaçao Getulio Vargas en Sao Paulo, su salida de prisión tendrá profundas consecuencias a ambos lados del espectro político nacional.

Por un lado, será útil en la retórica antiPT y antiLula de Bolsonaro, dijo Couto. “Por el otro, pone fin a la retórica de ‘Liberen a Lula’ del PT, y obliga al partido a asumir otra agenda”.

Aunque ya no esté tras las rejas, Lula sigue implicado en varios procesos judiciales. Además del departamento en la costa, una corte de primera instancia lo condenó en un caso relacionado con la propiedad de una hacienda en Atibaia, a las afueras de Sao Paulo. Si alguno de estos recursos podría regresar a prisión.

Lula niega haber cometido delito alguno y acusa a los fiscales de la investigación Lava Jato de persecución política. (I)