Este martes el presidente ecuatoriano Lenín Moreno hizo cambios en la cúpula militar del país. 

Este movimiento se da luego de casi dos semanas con protestas y cuestionamientos a sus decisiones, al punto que tuvo que recular y quitar el decreto de eliminación de los subsidios a los combustibles. 

Removió al  jefe del Comando Conjunto de Fuerzas Armadas, al general de división Roque Apolinar Moreira Cedeño, y designó en su lugar al general de división Luis Lara Jaramillo. Además cambió a quien era el comandante general del Ejército, general de brigada Javier Pérez Rodríguez, por el general de brigada Luis Altamirano Junqueira.

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En diciembre de 2016, Luis Lara Jaramillo era comandante de la Cuarta División del Ejército y demandó por inconstitucionalidad a la Ley de Fortalecimiento a los regímenes especiales de seguridad social de las FF.AA. y la Policía. “Es un sinsentido que un general activo presente una demanda contra el presidente de la República”, dijo en aquella ocasión Ricardo Patiño, quien era el ministro de Defensa.

¿Qué significa la remoción de solo dos miembros de la cúpula?

Para Mario Pazmiño, analista sobre asuntos militares, la decisión se debe a que el Gobierno está tomando algunos correctivos dentro de la política estratégica del Estado. La fuerza terrestre fue la que salió a las calles tras la expedición del estado de excepción.

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"Está poniendo a oficiales que son altamente operativos", dice Pazmiño —coronel en servicio pasivo y exdirector de Inteligencia del Ejército— quien agrega que es esencial que se reestructure totalmente el sistema de inteligencia y el Centro de Inteligencia Estratégico, porque así tenga los mejores comandantes, soldados y herramientas, si no tiene la información adecuada, oportuna y útil, no le sirve para nada.

"La principal deficiencia que se ha visto en este proceso de agitación social es la falta de un sistema de inteligencia que pudo haber previsto, informado y haber hecho un seguimiento mucho más profesional de los temas y las amenazas existentes", dice Pazmiño, para quien las fallas han sido garrafales y desde hace mucho tiempo atrás, "desde que el señor (Ricardo) Patiño comenzó a hacer sus declaraciones en Latacunga e incluso antes, cuando se comenzaron a hacer algunos entrenamientos de civiles en parques de varias ciudades... se debía poner mucha inteligencia ¿Por qué no pasó? porque gran parte de la estructura de inteligencia es correísta... Ahí tienen la gran deficiencia y problema que tenemos actualmente".

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Otro analista militar, Patricio Haro, coincide en las falencias en inteligencia, pero ve el cambio con otro enfoque.

¿Cambio de Ministro?

"En este momento en que el país está comenzando a ver reacciones de los sucedido tras 12 días de caos, el relevo se vincularía con esa reacción, pero en realidad, desde el análisis político-militar, se está tratando de salvar la cabeza del general (Oswaldo) Jarrín -ministro de defensa-", dice Haro, para quien el comandante del Comando Conjunto y del Ejército cumplieron su tarea.

Haro recalca que desde el 2015 la misión de las Fuerzas Armadas fue enmendada en la Constitución para que además de ser su responsabilidad el mantenimiento de la integridad y soberanía nacional, deben apoyar a la Policía en tareas de seguridad integral, y si les dan esa misión deben darles los recursos además de reorganizarla para su cumplimiento.

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"Se está poniendo a la cúpula militar como en los tiempos del correísmo... el ministro de defensa debe salir, tiene mi respeto como un muy buen soldado, pero es un pésimo político ", dice Haro, quien cree que el entrante general Lara ha defendido a las fuerzas armadas y es un "general de muchos quilates".

También piensa que la nueva cúpula debe empezar una profunda reingeniería de la institución armada y que "el ministerio debe ser conducido por un político que conozca de temas militares y no solamente por un militar. Rambo no puede ser ministro de defensa, tiene que ser un hombre con capacidad política". (I)