En las últimas dos décadas se reporta que 2’331.876 extranjeros que entraron no han salido  del país.

El uso del dólar, el cierre de las fronteras de Estados Unidos  y de la Unión Europea y  la crisis económica de otros países como Venezuela atrajeron más inmigrantes. 

Los que más entran son justamente venezolanos debido a la crisis económica que afronta el país con las mayores reservas de crudo del mundo.

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Solo durante el año pasado arribaron 955,962 venezolanos y salieron 796,233 por lo que 159,729 continúan en el país.

Sin embargo, estimaciones preliminares indican que en el país viven cerca de 300 mil venezolanos debido a la ola migratoria de ciudadanos provenientes de esa nación, la que aumentó desde el 2017. 

El Ejido es la peluquería de un venezolano

Debajo de un árbol y cubriéndose del intenso sol del verano de Quito, se observa en el parque de El Ejido a dos hombres. Uno de ellos mueve sus manos con vigor sobre la cabeza del otro, que sentado en un pequeño y viejo banco de metal observa y escucha atento las sugerencias de su interlocutor.

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“Un dólar te costará el corte de cabello”, dice el hombre de 1,80 m de estatura aproximadamente, que se identifica con una gorra negra que reza: “Barbero Express”.

José Antonio Perdomo es uno de los venezolanos que han llegado a Ecuador por la crisis en su país. Él con un motor (planta de luz) y una máquina para cortar cabello le hace frente a su situación.

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El joven estilista, que viste completamente de negro y en su cintura lleva un canguro de peluquero en el que coloca la rasuradora, las tijeras y la peinilla, frunce el ceño, mientras trabaja en la cabeza de Jorge Castro, como cuando un artista se concentra en los detalles de su obra.

Perdomo decidió ser estilista informal. Cambió el asiento de cuero de un local por una silla de metal, dejó el techo de una barbería para instalarse en el parque. Hoy su bicicleta no solo es su compañera de viaje sino su mesa de trabajo.

Mi sueño siempre fue ser barbero (peluquero), pero por falta de oportunidades en mi país migré hacia Colombia en busca de mejores días”, dice.

Agrega que en Barranquilla (Colombia) trabajó lavando y cuidando vehículos. Con lo que ganó en esos oficios trató de inscribirse en el Instituto Educativo Sandra, que forma profesionales en el campo de la belleza, pero no pudo por falta de pasaporte. Decepcionado, pero sin darse por vencido regresó a su natal Maracaibo, donde obtuvo el diploma de “Barbero Profesional”.

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Con el sueño cumplido regresó a Barranquilla para ejercer su profesión, pero las oportunidades de trabajo le fueron esquivas y puso sus ojos en Ecuador.

Ya instalado en Quito, trabajó en diferentes gabinetes de belleza, ahorró y compró los accesorios con la ilusión de tener su propia barbería.

Perdomo recuerda que en una ocasión caminaba por la avenida 6 de Diciembre y le llamó la atención la intensa actividad del parque El Ejido. En ese momento se le ocurrió ser barbero exprés, y con la ayuda de su tío que vive en los Estados Unidos pudo comprar la bicicleta en 145 dólares y la planta de energía en 160 dólares, que pagó en tres meses.

José Antonio indica que prefiere trabajar en el parque de peluquero ambulante, porque los dueños de las peluquerías no valoran su trabajo, las jornadas son extensas y no son reconocidas.

“Yo no puedo trabajar rápido y bajo presión. Mi forma de trabajar es lenta y me gusta dedicarle el tiempo suficiente a mis clientes y sus gustos”.

En el parque trabaja hace más de un mes, cobra un dólar por cualquier corte de cabello y cincuenta centavos por la barba. Perdomo comenta que en días buenos gana diez dólares y en malos hace un dólar y que su horario de atención es de 10:00 a 16:30. 

Un francés que consiguió trabajo en Samborondón 

Edouard Arrault considera que la quiropráctica puede ayudar a las personas. Foto: Jorge Guzmán

En medio de una gira por América del Sur el francés Edouard Arrault decidió quedarse en Ecuador, donde  le ofrecieron un contrato de trabajo. El quiropráctico Edouard Arrault labora desde hace seis meses en el Centro Quiropráctico Vitalidad, ubicado en el km 2,5 de la vía a Samborondón, en Guayas. 

“Ecuador es un país que me gusta particularmente, es estable en economía y política. Tengo una visa de trabajo por dos años que podemos renovar, con mi esposa hablamos de quedarnos varios años acá”, asegura este inmigrante quien también resalta la amabilidad de los ecuatorianos. 

Arrault nació hace 31 años en Annecy, enclavada en  la región francesa de los Alpes, y cursó dos años de estudios en la Facultad de Medicina de Clermont-Ferrand. Luego realizó sus estudios quiroprácticos en el Instituto Franco Europeo de Quiropráctica  en Toulouse. 

“En Francia también hay posibilidades pero con mi esposa nos gusta viajar y conocer otras culturas, por el momento hay muchas oportunidades acá”, afirma el terapista. 

Lucile Lesage, su esposa, retornará para buscar empleo en el área de la gestión  cultural.  “Ella ya estuvo en el país, pero no lo encontró,  por el momento regresará ahora en octubre próximo para seguir buscando, en Guayaquil es un poco difícil encontrar en el medio cultural”, reconoce Arrault. 

Ellos no tienen hijos. El francés dice que  es  complicado regularizar la situación migratoria por la tramitología que se requiere, pero prefiere no cuestionar. “No puedo decir lo que (Ecuador) debe hacer respecto al tema migratorio. Estoy muy feliz de que este país me haya abierto los brazos”. 

Francia es uno de los 28 países europeos con los que hay un saldo migratorio a favor con 162 franceses que entraron en 2018, sin que se reporte su salida del Ecuador. 

No obstante, Europa fue el único continente del mundo con el que el país tuvo un saldo migratorio en contra,  ya  que salieron más de los que entraron el año pasado. 

Quiropráctico de EE.UU. usa una traductora

Marwyn Bhanderi, médico quiropráctico de Estados Unidos, ofrece una conferencia en Guayaquil. Reside en Ecuador. Foto: Carlos Barros

Marwyn Bhanderi entiende el español más de lo que habla. La mayoría de sus pacientes, en el Centro Quiropráctico Vitalidad, no hablan inglés, su idioma natal. Sin embargo, este médico estadounidense decidió prestar sus servicios en Guayaquil.

¿Cómo se entiende con sus pacientes? La expresión de dolor es universal, pero sobre todo dice “que cree en el lenguaje corazón a corazón”, además lo ayuda en cada consulta como traductora la ecuatoriana Leticia Benítez. Y hasta ofrece talleres a los pacientes del centro para que conozcan un poco más su estado de salud.

En una de las paredes del centro está el título profesional de Marwyn, así como el de su amigo Juan Rivera, otro médico estadounidense, hijo de mexicanos, que trabaja en Ecuador y lo invitó a venir.

“He encontrado una oportunidad para servir a la gente guayaquileña a través del cuidado quiropráctico natural, cómo voy a decir que no a eso”, señala el médico que también estuvo un tiempo en Haití y trabajó de la misma manera: ayudado por un traductor. 

Marwyn llegó hace dos meses y su plan es  quedarse en Guayaquil al menos por un año, pero no descarta extender su tiempo de residencia aquí. “A mí me gusta vivir momento a momento porque creo en el momento, hay magia. En el corto tiempo pienso quedarme aquí, en el largo plazo no lo sé”,  añade. 

Aunque refiere que ha estado poco tiempo en Guayaquil, recalca que ha empezado a abrazar la cultura de los ecuatorianos.

El galeno está solo en Ecuador, no tiene familiares en el país y a Estados Unidos no envía remesas, pero si debiera ayudar por algo a su familia allá lo haría, dice. “Estoy aquí con mi equipo que son mi familia”, comenta en un corto español y ríe con ganas al insistir que entiende más de lo que habla y acude a su traductora. 

Con la documentación para laborar no ha tenido problema, afirma.  (I)