El flujo de remesas remitidas desde Ecuador en el primer trimestre del 2019 alcanzó $ 140,97 millones, un 94% más a las enviadas  en igual  período del 2018 ($ 72,69 millones)

 El 81,14% corresponde a los envíos de ciudadanos colombianos, peruanos y chinos hacia sus países, monto generado por sus  actividades en los sectores servicios, comercio, hoteles y restaurantes, entre otras, según el último boletín del Banco Central del Ecuador (BCE). 

Las  primeras tres naciones fuera del continente americano donde más se destina dinero desde el país en 2019 son China, en Asia, más Benín y Nigeria, ambas en África

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 Solo uno de los 23 ciudadanos de Benín que ingresaron  a Ecuador en el 2018 no  ha registrado su salida. Mientras, de Nigeria salieron más de los que entraron, por lo que hay un saldo migratorio negativo, pero hay personas de estos países que  entraron  en años anteriores y aún no salen. 

Ciudadanos de Cuba, Bolivia, Nicaragua, Haití y Venezuela, que laboran principalmente en  actividades informales,  representan el 3% del flujo al exterior, indica el BCE.  

Los migrantes que trabajan en Ecuador refieren que el costo de enviar dinero a través de los couriers es de alrededor del 10% del valor. “Si son  $ 500, la empresa  resta $ 40, es costoso el envío”, señala Surendra Kumar, de la India, que hace envíos desde que se radicó en el país en  el 2016. 

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El 2018 se dio el récord con la salida de $ 452,8 millones. 

El  estudio “Situación laboral y aporte económico de inmigrantes en el norte de Quito-Ecuador” encuestó a 2.938 inmigrantes de esa zona de la capital. Las primeras conclusiones indican que la mayoría de ellos ocupa puestos de baja remuneración con  condiciones laborales precarias.  El 70% de ellos no ha firmado contratos, por ejemplo. 

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La mayor parte  de los ingresos que obtienen los destinan a la economía local como el pago del arriendo y los servicios básicos. Las remesas  son mínimas. El 39,7% remite entre $ 26 y $ 50 y el 31,1%,  entre $ 1 y  $ 25. 

Argentino cumplió sueño en Ecuador

Nicolás Altamura, de 37 años de edad, vive hace doce años en Guayaquil. Foto: Jorge Peñafiel

Tanquito es un pedazo de Argentina reflejado en un restaurante de la avenida Víctor Emilio Estrada, en Urdesa, una de las zonas más cosmopolitas de Guayaquil. Imágenes del tango,  del papa Francisco, el escudo del club de fútbol  River Plate, el vino, la pasta, el fileteado de los carteles –característico del callejón turístico  Caminito en Buenos Aires– son parte de la decoración.      

Su propietario, Nicolás Altamura, llegó en el  2007 a Ecuador en busca de lo que llama el verano eterno ya que el país, dice, tiene  una temperatura adecuada todo el año para visitar las playas. 

Me vino bien todo, el calor, la Costa”, indica. Primero consiguió un trabajo en relación de dependencia  en el área de la ingeniería industrial. Pero su sueño de  siempre, dice, era tener un restaurante, lo que  logró en el 2015 con Tanguito.   

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La especialidad del local son las pastas, la milanesa, comidas típicas que se comen a diario en la capital argentina, Buenos Aires, que no solo consiste en   asados. “Nunca fui parrillero, allá vivía en un edificio donde era difícil tener una parrilla en el balcón porque molestaba a los vecinos, entonces nuestra comida es más italiana, casera, española,  de influencia de abuelas,  Tanguito muestra eso”. 

Nico, como lo llaman, es parte de la diáspora argentina en Ecuador que solo durante el primer trimestre de este año envió $ 2,9 millones a ese país sudamericano, según el Banco Central.

Un paso importante, dice, es la doble nacionalidad, lo que está vigente en Ecuador desde la Constitución de 1998. Como su madre vive en Argentina, sí le ha enviado dinero. “Desde que vivo acá, el costo ha sido alto, alrededor del 10% del monto que se envía”, agrega.  (I)