El ejemplo comienza desde casa y es lo que hace Andrés Bravo, quien vio en su madre el hábito de organizar los ingresos familiares. “En mi casa veía que mi mamá era muy ordenada con el dinero y le alcanzaba para todo; pero no guardaba, aprendí a ordenar el dinero, pero le aumenté el ahorro”, cuenta el joven quien practica este hábito junto con su esposa, Samantha Mieles.

Ellos, desde hace dos años, ahorran para pagar la entrada de una vivienda. Su sueño es tener “un techo” para formar una nueva familia.

Bravo y Mieles separan el 40% de sus ingresos, de los cuales, el 30% va directo al ahorro y lo demás lo separan para viajes u otras distracciones.

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El 40% lo mantienen en una póliza bancaria, para ganar más intereses.

Estas actividades para el coach financiero Andrés Mórtola y Francisco Bonilla, coordinador de Puntos de Servicio de Banco ProCredit, son claros ejemplos de que con sencillas enseñanzas se puede fomentar y mantener el ahorro.

Mórtola indica que para sembrarlo hay que plantearse una meta y participar con la familia, para que la motivación a cumplir sea de todos.

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Sin embargo, aclara que el objetivo debe ser medible: “Si es para la entrada de una casa debo tener $ 10.000 en tres años, la idea es que se vaya midiendo”, ejemplifica.

Luego de esto, aconseja realizar un presupuesto de cuánto se necesita mensualmente para llegar a la meta.

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Tanto Mórtola como Bonilla sugieren destinar al menos el 10% del sueldo al ahorro.

“En una familia promedio, compuesta por papá y mamá que trabajan, con un ingreso total de $ 700, la familia debería destinar al menos $ 70 mensuales al ahorro”, dice Bonilla.

La alcancía es otro de los métodos para enseñar a ahorrar a los demás integrantes de la familia: los niños, por ejemplo, para su próximo viaje o para el juguete de sus sueños.

Así también, ejercicios ligados a una responsabilidad: apagar las luces innecesarias, cerrar las llaves de agua que no se usan y optimizar los materiales escolares, no perderlos. (I)

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