Todos los años, por estas fechas, Martha Roldós Bucaram, exasambleísta constituyente y excandidata presidencial, recibe llamadas de la prensa para evocar a sus padres, el presidente Jaime Roldós y la primera dama Martha Bucaram, quienes fallecieron un día como hoy, hace 38 años, en un accidente aéreo en Celica (Loja) que, para sus familiares, aún no ha sido aclarado.

Es ella, de 55 años, quien suele ‘frentearlos’ porque sus hermanos Diana, de 54, y Santiago, de 48, prefieren no involucrarse, aunque dice que desde sus áreas de trabajo, la investigación económica y la dramaturgia, resaltan su memoria.

Este aniversario de la muerte de la pareja presidencial tiene, sin embargo, una connotación especial: el 10 de agosto próximo se conmemorarán 40 años de la posesión de Roldós, que marcó el retorno a la democracia luego de casi una década de dictaduras militares.

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Y para Martha, ese “retorno a la democracia tiene un gran pecado original: la forma en que se trató de parte del Ejecutivo y de las Fuerzas Armadas la investigación del “avionazo” en el que perdieron la vida mis padres y su comitiva”.

Los periodistas la buscan porque cada año quisieran contar algo nuevo. Pero ella señala que mientras el país no enfrente las verdades no lo habrá. Ni habrá una democracia sólida. “Quisieron barrer bajo la alfombra la muerte de mis padres y siempre se les regresa...” en la forma de otras tragedias sin respuesta, como las desapariciones de los hermanos Restrepo, los esposos de las ‘Dolores’, y del estudiante David Romo, o la muerte del general Jorge Gabela y del equipo de diario El Comercio.

“Me siento hermanada con esta gente, sé qué se siente que te nieguen información, que te mientan, que te amenacen, que minimicen cosas que para ti son vitales... Lucho por un país en que no le sigan haciendo eso. El ocultamiento no puede seguir siendo política de Estado”.

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Martha es activista política; fundó el portal Mil Hojas que publica investigaciones sobre casos de corrupción. “Mientras más me dedico a la investigación, más sospechoso se me hace todo”, señala; y enlista algunos detalles “raros”, como la presencia de militares en la zona pocos días antes del accidente; la facilidad con que los habitantes tomaron cosas como “recuerdo”, como la cédula de su mamá; el extravío de un casete con el registro de la última comunicación del avión con la torre de control; o la rapidez (diez días) con que se entregaron los resultados de la investigación oficial de la Junta de Investigación de Accidentes (JIA) de la Fuerza Aérea, la primera de cinco en 38 años.

Y no comprende qué hubo detrás: “Hay un abanico de opciones: desde el deseo de pasar rápido esta página aunque le niegues la justicia, la verdad, a las víctimas, a los deudos y al país, hasta un atentado con muchos involucrados”.

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La investigación de la JIA se realizó a los pocos días del accidente, en 1981; ese mismo año hubo otra de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF); y dos más del desaparecido Congreso, en 1982 y 1991.

La primera concluyó que había sido falla del piloto. La de la USAF se basó en la de la JIA. Este determinó que la tesis de la falla humana era “plausible”.

La primera comisión del Congreso pidió a la Policía de Zúrich (Suiza) que realizara un peritaje a una de las turbinas del avión, el cual determinó que estaba apagada al momento de la colisión. Los diputados no pudieron descubrir las causas.

La segunda concluyó que la tesis del accidente como hecho fortuito era “poco creíble” y planteó que pudo ser un atentado en el que confluyeron intereses internos y externos.

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Reciente investigación

Hace seis años, la Fiscalía General, cuyo titular era Galo Chiriboga, reabrió la investigación luego de la exhibición del documental La muerte de Jaime Roldós.

Chiriboga dijo entonces que pudo tratarse de una “ejecución extrajudicial” ya que Roldós era opositor de las dictaduras militares del Cono Sur, que idearon el llamado Plan Cóndor.

De esta última investigación no hay todavía conclusiones.

Martha señala que le enviaron a Chiriboga una lista de documentos y diligencias que, a su criterio, debían realizarse, pero que no fueron consideradas.

“Uno tiene la impresión de que para ellos investigar es decir que lo harán y tomarse una foto con dos o tres personas y luego nada, y pedir peritajes de los peritajes que te digan que todo es “plausible”, pero no responden preguntas concretas”, dice ella, mientras recuerda que solo doce años después del accidente pudo leer de corrido la primera investigación del Congreso sin llorar.

“Tengo una relación muy conflictiva con la esperanza. A veces la abrazo, pero otras tenerla puede ser muy cruel cuando te aferras a algo que no pasará”.

Cuando era diputada tenía una persona que todos los días iba a sacar a los archivos de la Asamblea copias de los informes de investigación de la muerte de mi papá. Había muchas cosas inconsistentes”.

 

Doctrina Roldós

Martha Roldós destaca que la Cancillería haya planteado como salida a la crisis de Venezuela la aplicación de la llamada Doctrina Roldós, que se resume en la Carta de Conducta suscrita en 1980 por los países de la Comunidad Andina.

Esta plantea que la acción de los países para protección de los derechos humanos no viola el principio de no intervención. Ella recuerda que ese tema fue clave durante el gobierno de su padre. En esa época, “se crea la Aldhu (Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos), hubo encuentros de derechos humanos, se da cabida a perseguidos”. (I)