Muchos enigmas giran alrededor de los monasterios, edificaciones donde habitan religiosos en clausura que renuncian a muchas cosas del mundo y a sus familias para servir a Dios en la vida consagrada.

Con el paso de los años varias de las reservas y secretos se vuelven manifiestos, más aún cuando quienes son parte de estos espacios de reflexión consideran que no se debe crear imaginarios que no se apegan a la realidad.

El  monasterio Nuestra Señora de la Paz, ubicado a 18 km de San Gabriel, en Carchi, acaba de cumplir 46 años. Este sitio sagrado acoge a 15 religiosas de la Congregación de las Hermanas Clarisas, quienes tienen poco contacto con el mundo exterior.

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Residen en una hermosa edificación con menos de medio siglo, donde los elementos constructivos de la arquitectura de la edad media son notorios, con arcos que dividen el espacio abierto con los pilares y muros, diseño que vuelve acogedor a este lugar, donde el ingreso no es permitido.

Sor María Angélica, fundadora del convento, es la abadesa (superiora) de esta congregación, que mora entre las montañas y linda con un complejo de templos modernos y una caverna natural ornamentada con estalactitas y estalagmitas, conocida como la Gruta de la Paz, donde se celebran ceremonias religiosas.

Este claustro cuenta con un cementerio propio, allí reposan los féretros de cuatro monjas que han muerto por distintas enfermedades. La autoridad religiosa explica que el carisma es la vida contemplativa a Dios, que significa oración continua en trabajo y silencio.

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Reciben visitas de vez en cuando en un área  que denominan locutorio, que está dividida y separada por un muro de un metro, sobre el que se asienta una reja que llega hasta el tumbado con tirantes de vidrio que están separados y permiten comunicarse a los visitantes con las internas.

En Semana Santa y en Navidad están completamente vetadas las entrevistas o encuentros, ya que las hermanas que hacen votos de encierro se entregan completamente a la oración y no pueden ser distraídas de la adoración e invocación.

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Cuentan con un teléfono convencional que es ocupado previa solicitud únicamente en situaciones extremas. Comparten un computador para trabajos específicos y tienen otro para diseño gráfico. .

Bordados, confecciones y estudios

Las inquilinas permanentes de este retiro confeccionan finos bordados y en alta costura elaboran ornamentos, albas y símbolos, que son utilizados en el vestuario religioso o en la manufactura de elementos en tela para los altares.

Hasta hace tres años preparaban bizcochos, pan, dulces y ostias, tras reducirse el grupo dejaron la panificación para dedicar más tiempo a rezar el oficio divino. No han dejado la vieja tradición de la preparar el vino de consagrar.

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Confeccionaban también estandartes y bandas, labor que requería de mucho tiempo para alcanzar todos los detalles, como explica sor Hortensia de Jesús, labores que quedaron en el pasado.  

Hortensia de Jesús, una mujer carismática y amable comenta que la tecnología y las redes sociales han ahuyentado a las novicias que optaban por este tipo de encierro, existiendo en los tiempos actuales contadas aspirantes.

No miran programas de televisión y sí lo hacen es cuando el Santo Pontífice realiza visitas a países vecinos o cuando hay elecciones presidenciales. Alternan sus actividades desarrollando trabajos de barrido, lavado, y cocina.

Se levantan todos los días a las 04:50 con un toque de campana. A las 05:20 inician con el rezo y una procesión en el interior del templo movilizando a la Santísima Virgen. Después de las 06:00 son parte del coro y desde las 07:00 se incorporan a la Santa Eucaristía concelebrada por un presbítero de la zona.

Desayunan a las 08:15, luego se dedican a realizar oficios de limpieza y demás. A las 09:00, 12:00 y 15:00 dedican el tiempo a la plegaria,  12:30 almuerzo y a las 13:00 se dedican a la recreación.

Estas actividades animadas son obligatorias, juegan vóley, hacen ejercicios en bicicleta, nadan, participan de partidas de parqués u otros juegos de salón. En este periodo pueden hablar, gritar y jugar.

Entre las 14:00 y 15:00 entran a la hora del gran silencio, nadie puede conversar, van a sus celdas (habitaciones) o trabajan calladas. En cada cuarto hay una cama y un closet,  son áreas que están adaptadas exclusivamente para el descanso.

La rutina continúa a las 16:00 con los quehaceres domésticos. Después de las 18:00 se integran a la hora de oración conocida como el Oficio Divino o Vísperas, 19:15 la merienda y a las 21:00 se retiran a las celdas donde inician la hora del gran silencio.

El cuidado y crianza de conejos, pollos o cerdos están dentro de las acciones que realizan. Hortencia recuerda que una sola vez ha ido a su pueblo Pizán, que está a pocos kilómetros del monasterio y fue cuando su madre estuvo enferma.

En aquella ocasión permaneció únicamente un día en su casa, alejada del bullicio y la gente. Lleva 30 años, dice que salen solo al médico o cada seis meses a rendir pruebas de los estudios superiores que reciben a distancia sobre Teología y Fenomenología en la Facultad Bernardino Echeverría de la Universidad Católica.

Este monasterio además de las hermanas de claustro que están dedicadas a la oración, tiene religiosas que sirven fuera del monasterio conocidas como hermanas externas, quienes realizan compras, atienden un restaurante y un almacén de artesanías. (I)