Catorce alfareros carchenses desde hace seis años rescatan varias técnicas ancestrales que son aplicadas en la elaboración de utensilios, objetos y réplicas de vestigios arqueológicos en arcilla nativa con ornamentación de la iconografía de la cultura Pasto.

Los pastos fueron parte de un pueblo aborigen que los españoles encontraron habitando en la franja andina fronteriza de lo que hoy es el departamento de Nariño, en el sur de Colombia y la provincia del Carchi, en el norte del Ecuador.

Tras un prolijo estudio y un proceso de capacitación, estos emprendedores confeccionan manualmente centenares de piezas en un taller ubicado en San Gabriel, en Carchi.

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Estos artesanos, de varias poblaciones locales, han dedicado un espacio de tiempo para investigar los mitos, leyendas y cosmovisión de esta etnia con el propósito de recrear la memoria histórica y plasmarla con base en representaciones pictóricas en las piezas que confeccionan.

Francisco Ponce, fundador de este colectivo de artesanos, explica que utilizan los testimonios de este pueblo que estuvo asentado en territorio colombo-ecuatoriano, empleando los dibujos que fueron grabados en petroglifos, ollas, vasijas, instrumentos musicales y platos narrativos que son parte de la identidad pastusa.

Harold Santacruz, investigador colombiano, indica que los pastos son descendientes de los mayas. Cuenta que vinieron del norte para desempeñar oficios de mineros, cultivadores, cuidadores de rebaños, sacerdotes, entre otros, y mantenían la unidad a través de rituales y tradiciones.

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En los platos o jarros que confeccionan, moldean bosquejos que son decorados con materiales autóctonos que no son nocivos ni atentan contra la salud humana. En ellos se recrean los orígenes de la etnia, chamanismo o el tiempo de las fiestas o las cosechas.

En uno de los diseños de la porcelana que producen, los artesanos representan la lucha de dos chamanes cuando disputaban la posesión del territorio durante la consolidación del pueblo Pasto. Las hermosas vajillas que elaboran cuentan con diversos motivos de los pictógrafos de aquella época.

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La escritura pictográfica o pictografía es una forma de comunicación escrita que se remonta al neolítico, donde el hombre usaba estas técnicas. Un pictograma es un signo icónico dibujado y no lingüístico, que representa figurativamente (de forma más o menos realista) un objeto real o un significado.

Este colectivo de alfareros, con los años y el conocimiento, han ido perfeccionando este arte que los visibiliza en el mundo. Las vajillas son adquiridas bajo pedido con la réplica de más de 300 figuras de la iconografía pasto.

Mauro Ponce, artesano montufareño, explica que de acuerdo a las características de las arcillas se construyen las piezas, que diferencian la textura, calidad, brillo y color de las representaciones de las fases culturales: Canchaguano, Piartal, Capulí y Tusa, que contienen un esmalte especial que da un vidriado en alto relieve a los esbozos.

La preparación de la arcilla requiere de un proceso de entre cuatro y ocho semanas que contempla la recolección, secado, martillado en trozos, molida, almacenaje, maduración, estructuración de la masa, transformación, resecado final a alta una temperatura y pulida.

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Tazas, platos, soperos, jarras, jarros, cafeteras, teteras, azucareros, saleros, ajiceros, postreros, fruteros, servilleteros, bandejas, vasos, ensaladeras, tiestos, ollas y réplicas de vestigios de la cultura Pasto (guerrero, chamán, sol pasto, mono, estrellas, constelaciones) son elaborados por los artesanos.

En la Casa de las Siete Puertas y en el Museo de las Artesanías (inmuebles patrimoniales) se exhiben y comercializan las piezas que confecciona la Asociación de Ceramistas del Carchi.

Proyecto

El Municipio de Montúfar, el Instituto Nacional de Patrimonio y el proyecto Tecnalia del Gobierno Vasco le han apostado a esta iniciativa que promueve la restauración, modelaje, torneado de la caliza extraída de cinco minas ubicadas en Carchi. (I)