El oficio de repujar metales a mano para convertirlos en decorativos y vistosos artículos tiene en Carlos Bustos a uno de sus últimos representantes. Este año cumplirá 80 años de edad, 50 dedicados a este arte que con el paso del tiempo ha sido suplantado por máquinas que hacen todo en serie y en cuestión de minutos.

En el tradicional barrio de San Sebastián, a la vuelta del Museo de Arte Moderno, hay una puerta gris de hierro con un letrero en el que se lee Taller Artesanal de Repujado. Ahí, sentado en una pequeña mesa, está don Carlos dando los últimos detalles de un espejo circular que reemplazará al que vendió la semana pasada.

Aunque el lugar no es muy claro, el poco sol que ingresa rebota en las decenas de espejos colgados en las paredes. Hay de todo tipo, color y forma, pero ninguno es igual, eso sí lo garantiza este cuencano que también elabora otras figuras decorativas como gallos, colibríes, soles, cruces o mariposas.

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Afirma que no tiene competencia porque es el último artesano que queda en esta rama y con ocho décadas encima empieza a sentir nostalgia para que no desaparezca.

Un clavo de tres pulgadas y un destornillador de estrella sin punta son sus herramientas básicas. Con el destornillador ejecuta las líneas guía y con el clavo le da los detalles. Con frecuencia lo visitan turistas nacionales y extranjeros que al ver sus obras no creen que sea algo manual, es ahí cuando saca sus “armas” y les demuestra en vivo que su pulso aún está firme.

Una firmeza que no solo se demuestra con las líneas y expresiones que le saca al latón, sino porque al pintarlas todo está en el lugar exacto.

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Antes trabajaba con cobre, ahora lo hace con latón, por el costo. Agrega que hoy por ser uno de los últimos repujadores tiene cierta autoridad para hacer respetar los precios.

Asegura que hay mucha gente que no aprecia que detrás de cada obra hay material y tiempo invertido, pero sobretodo la habilidad. Incluso los turistas extranjeros que lo visitan ya “aprendieron a regatear”, pero él es firme y si algo cuesta $ 10, no hay vueltas que dar.

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Carlos siente orgullo de la labor que le ha dado tantas satisfacciones. Cree que se mantendrá hasta que la vida lo permita. Entonces toma sus herramientas y sigue trabajando a la espera de clientes. (I)

Apuntes

Personaje

Legado

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El artesano Carlos Bustos trabajó hace décadas con su hermano, que era un joyero. Hoy anima a un nieto a ligarse al repujado. Con él ha dado forma a colibríes y ha plasmado una caricatura del popular Homero Simpson.

Material

Carlos Bustos trabajó antes con cobre, pero por su cotización cambió el material a latón.