Claudia Rivera no se dio cuenta en qué momento llegó a tener un saldo pendiente por pagar de $ 1.200 en su tarjeta de crédito. Ahora se le hace muy difícil bajarlo. Dice que gastó en útiles, ropa e hizo avances de efectivo. Ahora cada mes paga el mínimo que aparece en su estado de cuenta ($ 98,60).

Dice que no le alcanza para más. Solo aspira a que en diciembre, con el decimotercer sueldo, pueda igualarse. Cuando eso ocurra, cerrará la tarjeta para no volverse a endeudar.

Luis Padilla, otro tarjetahabiente, asegura que la utiliza solamente para pagar su universidad por la que tiene una cuota fija cada mes. El resto de gastos los cancela en efectivo.

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Son diversas maneras de usar la tarjeta de crédito, que según la Asociación de Bancos Privados, llegaron en septiembre del 2018 a 3,08 millones de dólares en el país. Ese número es mayor al que se registraba en septiembre del 2017: 2,84 millones.

La semana pasada, un cambio de reglas en los consumos que planteaba cobrar los intereses desde el día de la compra cuando se realizaban pagos mínimos, pero que finalmente fue derogada, disparó una alerta.

Muchos tarjetahabientes se sintieron afectados, pues pagan el mínimo, cuando esto no es lo aconsejable.

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Nathalia Garzón, directora ejecutiva de la Fundación Bien-Estar de Mutualista Pichincha, explica que las personas que desean tener una tarjeta deben optar por una que se ajuste a su capacidad de pago y que le entregue servicios que verdaderamente le beneficien.

Muchas tarjetas son caras porque dan servicios que el consumidor ni siquiera usa. Un ejemplo de ello son las que dan millas para viajes, refiere.

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También es importante, indica, informarse sobre la tasa de interés efectiva, las comisiones y seguros.

Se debe preguntar cuál es la tasa efectiva que se cobra por los consumos.

Garzón dice que existe desconocimiento del usuario porque no revisa el estado de cuenta. “Solo se ve el pago mínimo y nada más”, agrega. En este sentido, Garzón aconseja que nunca se debe pagar el mínimo, sino más bien el “pago sugerido” o la totalidad.

Entre tanto, Ramiro Crespo de Analytica Securities, comenta que la tarjeta es una facilidad, pero no representa una obligación de endeudarse. Dice que lo recomendable es ser muy disciplinado y pagar a fin de mes lo que se ha comprado, en concordancia con la capacidad de pago, “si no es pan para hoy y hambre para mañana”.

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Es preferible tomar un crédito en el banco y no con la tarjeta, pues la tasa es más alta.

Comprar bienes como alimentos, gasolina, y demás gastos mensuales, es preferible hacerlo en efectivo.

Pero si se usa la tarjeta de crédito, se debe pagar el mismo mes de consumo.

En el estado de cuenta de la tarjeta se muestran el pago mínimo y el pago sugerido. Es preferible pagar el mayor o la totalidad de la deuda. 

Patricia Calle, asesora financiera, asegura que si se piensa diferir un pago se deben sumar antes todos los pagos diferidos ya existentes y ver si se puede asumir una deuda adicional en el mes. Es preferible diferir de acuerdo con la vida útil de lo que se compra. Si es comida, mejor pago corriente; si es ropa, diferido a mediano plazo; y muebles, a largo plazo.

La normativa vigente establece que no se cobra interés por el consumo durante el periodo de gracia. Pero luego del plazo máximo a pagar, el saldo rotativo (que es la deuda pendiente) sí genera interés. 

Devolución (intereses)

Recálculo
Este mes, por disposición de la Junta de la Política de Regulación Monetaria y Financiera y la Superintendencia de Bancos se deberá hacer el recálculo de intereses cobrados en tarjetas con la anterior normativa.

Facturación
En septiembre del 2018 se facturaron $ 1.054 millones con tarjetas de crédito. La cifra es superior a la facturada en el mismo mes del año pasado, $ 953,5 millones. En septiembre del año pasado se hicieron 16 millones de transacciones. (I)