Los priostes están presentes casi todos los meses del año en la parroquia Picoazá. Fiestas de las Cruces, de san Juan, Divino Niño, Niño Jesús, Virgen de Montserrat, entre otras, tienen esta especies de organizadores de celebraciones de santos o tradiciones en esta parroquia urbana de Portoviejo, sobre la cual se efectúa una investigación ligada a su religiosidad.

Y no es coincidencia lo que señala Esteban Delgado, coordinador zonal 4 del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), quien indica que quizás Picoazá sea el único lugar en Ecuador en donde exista una capilla, un altar o una iglesia en cada cuadra.

Y no solo en la zona céntrica. También, a la entrada de esta populosa parroquia, conocida porque sus hijos son eternos comerciantes, pues ahí está un monumento que recrea a los apóstoles Pedro y Pablo y a Jesús, elaborado por Ivo Uquillas y ejecutado con recursos de la Prefectura de Manabí.

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Rafael Mero, por ejemplo, habla de que desde el 1 de mayo hasta finales de junio se celebran las fiestas de las Cruces. Durante ese lapso hay al menos 31 priostes, quienes se turnan para dar paso a esta celebración, que incluye comida y el ritmo de orquestas o grupos musicales contratados.

Ante ello, el INPC comenzó un estudio denominado religiosidad popular y uso social del espacio de Picoazá, en cuya primera etapa se buscó la información del establecimiento de ocho centros religiosos, como iglesias, capillas y grutas.

Entre las conclusiones emitidas en este análisis a la religiosidad de Picoazá se obtiene que “el emplazamiento de las capillas y su evolución crono-cultural sugieren un uso social del espacio sujeto a posibles procesos de jerarquización y poder”, aspectos que serán analizados con mayor profundidad en las siguientes etapas del proyecto.

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“Es una interesantísima parroquia de Portoviejo. Antiguamente era un pueblo indio y de ahí se cruzan en un gran sincretismo entre lo prehispánico y lo colonial (...), de eso hay una serie de manifestaciones religiosas en reducido espacio: una gran cantidad de templos, capillas y una serie de expresiones que tienen que ver con la religiosidad, en donde prácticamente todo el año se hacen festividades”, dice Delgado.

Marcos García, de paso por esta parroquia, reconoce que las fiestas son muy sonadas en esta localidad, que también se vanagloria de tener la única imagen acostada de una Virgen, la de la Asunción.

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“Gastan como no tienen idea, pero esas cosas forman parte de la identidad de Picoazá (...), eso los hace especiales”, resalta García.

En la calle 10 de Agosto, por ejemplo, se levanta una capilla en honor al Niño Jesús.

Deysi Velásquez cuenta que ese espacio fue construido por gestión de su abuela Monserrate Moreira. Desde ahí cada mes de diciembre cerca de 200 niños reciben caramelos, comida o juguetes.

Hay capillas incluso al lado de cementerios como la de la Virgen de Montserrat. “Y eso no es nada, aquí incluso vienen del extranjero familias, que son de Picoazá, a formar parte de las fiestas de Pedro y Pablo, de san Juan o para ser priostes en las fiestas de las Cruces, esto es inmenso”, expone Mero.

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En Ecuador, los priostes son los organizadores, financistas o protagonistas de una celebración tradicional. (I)